La batalla por la decencia también la ganan los maestros

Los recientes llamados que ha hecho el Presidente Miguel Díaz-Canel a rescatar la decencia no competen solamente a nuestros artistas, parlamentarios y servidores públicos. Tampoco deben entenderse como una encomienda ajena en la que tenemos el rol de pasivos espectadores.

Aunque cada cual desde su ocupación u oficio cumple una función en este empeño colectivo, hay una profesión cuyo papel es esencial en todo lo que hoy queremos para el país: la de maestro.

El trabajo del maestro se mide por el bien que hace a sus semejantes, siendo desde la modestia un buscador perpetuo de la sabiduría, siempre al servicio de la comunidad y la familia en la preparación del ciudadano que la sociedad demanda y amerita.

En este mes de julio, en La Habana 409 jóvenes de la Universidad de Ciencias Pedagógicas recibieron el título de Licenciado en Educación y otros 20 integraron la primera graduación de Técnico Superior como profesores de secundaria básica.

Son nuevos profesionales formados con nivel científico y calidad académica en un país donde la equidad, la justicia y la igualdad de oportunidades son pilares de su sistema social, y que están abocados a contribuir al crecimiento de la nación no solo desde el conocimiento, también desde la civilidad.

Conversar con algunos de estos egresados sirvió no solo para constatar cuán agradecidos y comprometidos están con la noble labor de transmitir valores, sino para palpar la pasión que sienten por el magisterio. «Lo vamos a hacer con mucho esmero y entusiasmo, porque estamos orgullosos de eso», aseguró Marcel Mendoza Zúñiga, graduado de Licenciatura en Educación Especial y Título de Oro.

David Almeida Martínez, graduado de la Licenciatura en Educación, Español-Literatura, Título de Oro, vanguardia integral de la universidad, también es ya parte de esta nueva generación de educadores, depositarios de las mejores tradiciones del magisterio cubano, llamados a preservar la obra educacional.

Minutos después de recibir su diploma dio su opinión sobre el papel que le corresponde a la escuela en la batalla a la que está llamando el Presidente por la decencia y la civilidad, y su relación con los valores.

«Debemos continuar preparándonos y continuar siendo representantes de la ideología cubana, de la moral que siempre se nos ha inculcado. Siguiendo el pensamiento de los principales pedagogos –que es el legado que tenemos– y el pensamiento de Fidel. Creo que seremos los profesores encargados de perfeccionar el futuro».

Sostuvo igualmente que «el maestro cubano no solo tiene en cuenta el componente instructivo, sino también el formativo que se encuentra presente dentro de esa escuela cubana, revolucionaria por demás».

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