Guantánamo.- En la empinada loma del Cuncuní, elevación más alta de la ciudad de Baracoa, vive la joven Madelaine Áreas, a quien llaman “Cotica”, al igual que un centenar de vecinos. La noche más terrible del mundo fue la del 4 de octubre, con un demonio, un huracán Matthew frenado con su furia sobre la primera Villa de Cuba.
Los fuertes vientos desaparecieron los techos y muchas paredes, las sábanas, las ropas y los artículos del hogar.
Pero hoy Made, ya no está triste, y con pocas, pero muy simbólicas palabras agradece, a todos los que contribuyeron a que ella y sus vecinos tenga su facilidad temporal donde viven, así como las ropas, medios y condiciones imprescindibles para vivir.
“Quiero darle las gracias a todos los que ayudaron a construir mi nueva vivienda de madera y zinc. Esta Revolución es muy grande, no deja a nadie desamparado, y atiende, de manera especial a las personas como yo, que tenemos alguna discapacidad”.
Es en este momento del diálogo cuando me sorprende con un simbolismo muy especial diciéndome: “Periodista, también deseo agradecer a todas las personas que en otras provincias de Cuba y del mundo nos han brindado su respaldo solidario.
Y el agradecimiento crece
La historia de Madelaine no es una excepción, y puede repetirse en muchas partes de Cuba, desde Pinar del Río y la Isla, hasta Baracoa y Maisí, lugares donde, inmediatamente después de los huracanes, llega la ayuda tanto desde dentro del país como de la comunidad internacional.
Desde el mismo momento en que pasó Matthew y dejó una larga y ancha estela de destrucción, se hizo presente esta ayuda de cubanos y también de personas y de instituciones allende los mares.
“A pocos horas del paso del huracán, comenzaron a llegar los correos y las llamadas de los amigos de la Isla, preguntando en qué podían apoyar, y el apoyo comenzó a llegar y ha sido diverso y de mucha utilidad”, así expresa Mailer Díaz Matos, funcionaria de Relaciones Internacionales, Proyectos de Colaboración y Donativos de la Asamblea Municipal del Poder Popular en Baracoa.
“Hasta la fecha se han materializado varias contribuciones, llegadas desde varios países, grupos de solidaridad y organizaciones religiosas de Estados Unidos, consistentes en alimentos, materiales de construcción, cables eléctricos, ropas y artículos domésticos fundamentalmente”.
Para la distribución de los donativos se tiene en cuenta las prioridades establecidas por los gobiernos territoriales, articulándose con el destino, previa voluntad del donante, como muestra de toda una cultura de transparencia y respeto adquirida por nuestras instituciones.
Las donaciones se distribuyen de forma gratuita y organizada, con la participación activa de las estructuras presentes en el barrio, los trabajadores sociales, y donde un rol protagónico desempeña el Delegado de la circunscripción.
Para la entrega de los donativos no solo se tiene en cuenta el nivel de afectación, sino también a las personas con determinada vulnerabilidad social, discapacitados, adultos mayores, embarazadas y otros.
El agradecimiento de los damnificados es inmenso, pues muchos lo perdieron todo. Para ellos, hasta lo que pueda parecer insignificante les resulta necesario.
Bloques, como los que hacen las industrias locales del territorio, los techos restablecidos de manera gradual y los donativos solidarios, de la hermana Venezuela, el Programa Mundial de Alimentos (PMA), Ecuador, y otros países y organizaciones no gubernamentales, junto con otras acciones y manos que se tienden, ayudan de modo inestimable a quienes Matthew quiso “noquear”, pero no pudo, a pesar de la enorme fuerza de sus “puños”.
