Le llamaban el León de Oriente y no por casualidad, la fiereza de José Maceo le venía de la estirpe de una familia brava entregada por completo a la lucha por la independencia de Cuba del dominio español. Fue el único de la casta que combatió en las tres contiendas bélicas; de los 30 años que duró la gesta, participó en 28, sólo la muerte el 5 de julio de 1896, pudo impedir que continuara su hazaña.
Un 2 de febrero de 1858, nacía este hombre,en la finca Las Delicias, en el oriental municipio San Luis, hijo del venezolano Marcos Maceo y la cubana Mariana Grajales. Sus hazañas pasaron a la historia gracias a su fiereza en combate, su incuestionable patriotismo y su amor por la libertad.
Tuvo su bautizo de fuego el 12 de octubre de 1868 en el combate de Ti Arriba bajo el mando del capitán Juan Bautista Rondón, quien apoyó el levantamiento de Carlos Manuel de Céspedes el 10 de octubre de ese propio año. Esa noche atacaron ese poblado y combatieron con una tropa española.
Fue solo el inicio de un valeroso accionar que dejó sus huellas en localidades como La Gloria, El Ermitaño, San Juan, Pilotos, El Quemado, el ingenio Armonía… Luchó junto a Máximo Gómez y su hermano Antonio, entre otros líderes. Participó en más de mil 500 combates, fue herido varias veces: 19 marcas de bala en su cuerpo avalaban su condición de luchador tenaz por la independencia de Cuba.
Figuró entre los que se opusieron al Pacto del Zanjón y estuvo entre los que reafirmaron su desacuerdo con el bochornoso trato en Mangos de Baraguá. Trabajó intensamente junto a Guillermón Moncada, Quintín Banderas y Bartolomé Masó en la zona oriental, para crear las condiciones propicias del nuevo estallido insurreccional.
En Guantánamo también dejó sun impronta José Maceo, en 1875 recibió el mando del regimiento de infantería en esta región protagonizando páginas de valor que le hacían merecedor del creciente respeto y admiración tanto de sus compañero de armas como de la población, y del temor de los enemigos.
Por esta tierra desembarcó junto a su hermano, el Titán de Bronce, y otros patriotas en una expedición encabezada por Flor Crombet en la “Goleta del Honor” el 1 de abril de 1895 para sumarse a la Guerra Necesaria, después de las penurias asociadas al destierro, prisiones y fugas.
Los rigores de la beligerancia forjaron la brusquedad del carácter del León de Oriente, pero en su corazón también había espacio para la bondad también. De ello fueron testigos, entre otros, los generales José Padrón Griñán, Francisco de Paula, el doctor Joaquín Castillo Duany y todos los que fungieron como sus ayudantes, en particular Rafael Pullés.
Ellos recibieron el afecto salido del corazón de quien deviene más en una figura paternal que en el jefe de un Cuerpo de Ejército en las duras condiciones de la manigua obligado por la dureza de las circunstancias a no dar espacio a sentimientos de dolor y consolidar un puño rallando con lo implacable.
José Maceo fue mortalmente herido en el combate de Loma del Gato, en el municipio de Songo-La Maya, en Santiago de Cuba, el 5 de julio de 1896 y murió horas después en Soledad de Ti Arriba.
A 121 años de su muerte en combate, el rugido del León de Oriente se multiplica a lo largo y ancho de la geografía de una Cuba que sigue en pie de lucha, en honor a los caídos a lo largo de la historia, ahora por la defensa de su soberanía y los logros conquistados a partir del 1 de enero de 1959.