Jesús, con viento en popa y a toda vela

Guantánamo (Redacción Solvisión) Jesús Gallardo Cabrera, quien recientemente se proclamó campeón nacional  de velas de Cuba, en la modalidad de láser estándar durante la Copa Andrés González Lines, creció en estrecho vínculo con el mar.

Durante su niñez observó navegar a Alberto Gallardo, su padre, y no imaginó que el deporte de las velas lo atraparía para siempre, como antes le sucedió a su progenitor, quien integró el equipo nacional durante años.

Aunque comenzó relativamente tarde a practicar esta disciplina, con 14 años de edad, Jesús ingresó rápido al conjunto élite después de obtener el subtítulo en el Campeonato Nacional Juvenil en 2003, en el cual impresionó por su capacidad para competir contra atletas mayores.

Al año siguiente participó en el Campeonato Mundial Juvenil, con sede en Polonia, donde alcanzó el lugar 33 entre 56 competidores, en lo que representó su primera incursión en la arena internacional.

Actualmente, Jesús -con 26 años- afirma sentirse matancero a pesar de que nació en el municipio Playa, en La Habana, y luego se trasladó hacia la Atenas de Cuba donde pasó la mayor parte de su infancia y juventud.  

Graduado hace tres años de Licenciatura en Cultura Física, Gallardo señala las dificultades para competir al más alto nivel en un deporte de élites que usualmente practican personas con grandes recursos, de ahí los problemas en la Isla para asegurar la base material indispensable y el necesario fogueo competitivo a los veleros.

Los rivales  que tengo dentro de mi modalidad me exigen superarme cada día si pretendo mantenerme dentro de los primeros del país, ellos constituyen la razón para exigirme al máximo en los entrenamientos y no bajar la guardia, expresa Jesús.

Mi mayor fortaleza radica en conocer los detalles técnicos y dominar las variantes meteorológicas en cada regata, pues de nada sirve ser el atleta más fuerte físicamente, o el más técnico, si no sabes como afrontar las inclemencias del tiempo, asegura.

Su padre, Alberto, rememora con orgullo pasajes de la vida de su hijo como la primera vez que se montó a una embarcación sin saber que ese sería su destino.    

El burrito, como lo llaman sus compañeros, sueña con navegar entre los mejores, lo que posibilitaría elevar su nivel y ¿quién sabe?: quizás algún día convertirse en campeón en un evento internacional.

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