Imías sale del shock

 Las tareas de higienización han sido rápidas, y han contado con la ayuda de soldados y oficiales de las FAR. Foto: Jose M. Correa Imias, Guantánamo.- Las cifras preliminares de la destrucción causada por Matthew en este municipio provocan pavor y justifican el lógico golpe sicológico inicial observado aquí tras el paso del fenómeno. «La gente estaba ensimismada y medio alicaída», señala Ze­nia Lores Méndez, presidenta del Consejo de Defensa en el municipio.

«Nunca habíamos vivido una cosa así. Us­ted sabe lo que son más de siete horas de ráfagas de viento que sobrepasaban en mu­chas ocasiones los 250 kilómetros por hora. Parecía que aquel infierno nunca iba  acabar», dice la joven dirigente, quien menciona algunos da­tos preliminares de las afectaciones, entre ellas en el 45 % de las viviendas que sufrieron afectaciones del techo o derrumbe total o parcial, además de los daños causados a la agricultura, en especial en las plantaciones de plátano, y en la ganadería, con la pérdida de animales e ins­talaciones.

Sin embargo, ya al otro día, cuando por to­do el municipio comenzó a correr la voz de que no tenían ningún fallecido, la mayoría de los moradores de Imías empezó a pensar diferente y a mirar la vida con otro sentido. Una frase de José García, quien perdió parte de su casa, resume la filosofía actual de la gente allí: «Estamos vivos que es lo más importante. Ahora, lo que queda es echar para adelante».

El otro huracán

Si fuertes batieron las ráfagas de Matthew, más enérgico es el huracán de trabajo que hoy invade a todo el territorio de Imías, con un protagonismo muy importante de su pueblo, que al otro día ya limpiaba los patios, calles y casas de ramas y árboles caídos, además de residuos de los techos volados como hojas de papel.

Aleida María Samón Ortiz, además de hi­gienizar su casa, daba ánimo a los vecinos más afectados, mientras se admiraba de la rá­pida respuesta del Gobierno en el envío de ayuda y recursos para la recuperación. «Oiga, es verdad que tenemos que cuidar a esta Revolución. Mire para eso, con las dificultades que existen y ya usted ve rastras y rastras pa­sando para resolver esta situación lo más rápido posible».

Por su parte, Ana Erlinda Leiva y su esposo, quienes salvaron la vida gracias a la pericia de permanecer junto a su nuera y los dos niños dentro de un  baño de placa, se asombra de la agilidad con que trabajan los trabajadores de Comunales en la limpieza de las calles obstruidas, labor en la que han contado con el apoyo de las tropas del Ejército Oriental.

Esos muchachos son fieras trabajando, di­ce Ana Erlinda al referirse a los soldados y oficiales que laboran allí enfundados en su ropa verde olivo. «Mira para eso como sudan. Que va, voy a llevarles un cafecito aunque sea. Sa­brá dios de donde han venido a ayudarnos», expresa conmovida la mujer.

Asimismo, destaca el accionar de decenas de trabajadores eléctricos que bajo el intenso sol de oriente se afanan en restablecer en el me­nor tiempo posible el servicio, dañado por la caída de 73 postes, seis transformadores y unos diez kilómetros de línea, según datos apor­ta­dos por el Consejo de Defensa Muni­cipal.

José Jiménez Santos, jefe del contingente tunero que allí labora, señaló que los 93 hombres que conforman el contingente disponen de los vehículos suficientes para adelantar los trabajos, entre ellos carros de brigada y de servicios, rastras, grúas y camiones de abastecimiento.

«Aquí permaneceremos el tiempo que sea necesario. La misión es difícil, pero estamos entrenados para estas contingencias. No es el primer ciclón que enfrentamos, y esta vez no seremos menos. Nos queda una tarea grande en Cajobabo, poblado prácticamente destruido por las olas y los vientos provocados por Matthew, pero allí estaremos junto a las fuerzas de otras provincias llegadas aquí», reconoce Jiménez.

El otro Cajobabo

Cajobabo resultó barrido por la furia de Matthew. Foto: Juvenal Balán

uy cerca de Punta Caleta, el lugar por donde se supone entró Matthew, se encuentra Cajobabo, humilde poblado Guantanamero que fue literalmente barrido por la furia del ciclón y el intenso oleaje que sobrepasaba los siete metros de altura.
Cuenta Luis Camejo Romero, presidente del Consejo Popular, que allí más del 90 % de las casas están dañadas, y si no hubo pérdidas de vidas humanas, fue gracias a las medidas previas tomadas y la solidaridad entre ve­cinos.

«Sufrimos daños en las principales instituciones, dígase la escuela, los centros gastronómicos y telefónico, la fibra óptica y varias unidades comerciales. También está muy averiado el Museo 11 de Abril, dedicado a perpetuar la llegada a Cuba de José Martí, Máximo Gó­mez y otros patriotas para iniciar la guerra en 1895. Este es otro Cajobabo», explica el presidente.

En estos momentos se labora muy duro, con la ayuda de los pobladores y fuerzas llegadas de todas partes en el restablecimiento de los servicios vitales, mientras los vecinos, cada quien a como pueda, trata de reparar su casa, problema que de seguro demorará un poco más en resolverse, porque son demasiados los daños, asegura Camejo.

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