“Historias que ayudan a los cubanos a seguir adelante”

Autor: Talía Castro Cruz

La serie de televisión Calendario surgió a partir de los resultados de una investigación del Centro de Estudios sobre la Juventud, y fueron pensados, inicialmente, para un telefilme; pero eran muchos los temas que se querían tratar. Concebida entonces como tal, la gustada propuesta transita ya por su tercera y última temporada.

Cada domingo, una hoja se desprende de este audiovisual que ha despertado disímiles emociones, y ha invitado a reflexionar sobre nosotros mismos y sobre nuestra sociedad.

Dirigida por la prestigiosa realizadora Magda González Grau, quien accedió a conversar con Granma, la serie ha marcado un hito en la televisión cubana contemporánea, en tanto escapa de estereotipos, y muestra a los seres humanos con sus matices y en diversas circunstancias.

El excelente guion, escrito por Amílcar Salatti, la profundidad de los temas que aborda, y la estética con que los presenta, el cuidado en los detalles para ser lo más realista posible, las actuaciones convincentes, con un elenco conformado por consagrados y jóvenes actores y actrices, determinan, entre otros, los elementos que han marcado el éxito de Calendario.

«He sido una directora afortunada. Hay gente que dice que esta temporada, que contempla 14 capítulos, es más fuerte; otras personas dicen que hay temas que no son de su agrado. Es aún temprano para vaticinar si va a funcionar o no. Yo creo que es una serie que está muy bien escrita. Mi puesta, y la de los actores estuvo todo el tiempo tratando de estar a la altura de esos guiones.

Después de editados, creo que están bien. Son capítulos que van a conmover a la gente y que van a involucrar a los públicos. Ya hay polémica sobre el tema de los cristianos y el profesor nuevo. Dejemos que avance un poquitico, para hacer juicios concluyentes».

Magda González Grau, guionista y realizadora audiovisual

En la primera temporada en el aula había una alumna Iyabó.  «Queríamos que se viera la diversidad». Para esta, después de una investigación, se decidió visibilizar la religión cristiana, porque «quizá es menos conocida con respecto a otras».

En esta ocasión aparecen nuevos personajes: «Están los padres de Sofía, que van a jugar un papel muy importante, y aparecen otros que, yo creo, van a hacer más intensos los conflictos».

Las temporadas anteriores dejaron la vara bastante alta en cuanto a calidad y expectativas por parte del público. Para la tercera, el mayor reto fue «cerrar todo». El objetivo que persigue es «que la gente no se defraude, que siga enganchada, que tenga un cierre a la altura de sus expectativas. Trabajamos para eso, lo logremos o no. Yo creo que el final está bien. El arco de los personajes de la primera a la tercera temporada es muy coherente, el desarrollo de los personajes, de los conflictos. El que ha seguido la serie va a saber que esos personajes podían haber hecho, exactamente, ese recorrido».

En general, el proceso de producción de las tres temporadas atravesó muchas dificultades. La primera se grabó en medio de la pandemia, problemas de presupuesto, transporte, alimentación, el éxodo de actores, entre otros. La tercera temporada –explica–  fue la más difícil en términos económicos, debido a la situación que enfrenta el país.  Pero Magda, Amílcar y todo el equipo supieron reinventarse y sacarla adelante. «Uno no puede dejarse vencer por las circunstancias hostiles, sino que hay que seguir luchando hasta lograr lo que uno soñó».

A pesar de las adversidades, «disfrutamos las tres temporadas, los ensayos, las construcciones de los personajes, el rodaje, hicimos una preproducción muy fuerte. Tuve un equipo de producción excelente, que me ayudó mucho. Ahora estamos en la posproducción de los últimos capítulos, y estoy disfrutando mucho la parte de la musicalización. Ha sido un trabajo duro. Cada capítulo es como si fuera un telefilme, todas las escenas son intensas».

Esta fue la primera serie de televisión que dirigió González Grau. A cada temporada la considera como una hija, y asegura que a las tres las quiere por igual. «Algunas tienen debilidades más que otras. Hay escenas que adoro de cada una de ellas, y escenas que detesto porque no me quedaron como yo quería, pero cada temporada tiene su encanto, cada una jugó un papel importante dentro de los conflictos.

Después de tres temporadas, se lleva muchas enseñanzas. «Ya sé lo que se puede hacer y lo que no. Si vuelvo a hacer otra serie, me va a pasar lo mismo, voy a aprender otras cosas, porque ningún proyecto se parece al otro, todos tienes sus especificidades. No se me ocurre qué hubiera hecho diferente. Hay cosas que no hubiera dejado pasar o escenas que, quizá, sucumbieron a los problemas que había para grabarla y me fui por una vía fácil».

La realizadora conoce el alcance de la ficción en la formación de la espiritualidad. «Nuestro trabajo es importante para los públicos, para la sociedad, y hay que hacerlo. Es el deber que tenemos, producir y contar historias que ayuden a los cubanos a seguir adelante, y con mucha esperanza de que las cosas pueden cambiar para bien».

(Copyright Periódico Granma)

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