Guantánamo y la esquina de la Edad de Oro

Guantánamo.- “Es un periódico para los pequeños, que merece toda la atención de los grandes”. Así  expresó Enrique José Varona, cuando apareció por vez primera La Edad de Oro, revista iluatrada escrita  para los niños, que se empezó a divulgar en Nueva York en el mes de julio de 1889.

Publicación literaria escrita con el ingenio, exquisitez, talento y pluma dorada de José Martí, uno de los hombres más visionarios de América, la revista aún mantiene su belleza a más de un sigl.

Entrega, amor y vehemencia en el afán de comunicarse con la gente menor y afianzar el sentimiento de pertenencia a su tierra, puso nuestro Martí en esta imperecedera obra literaria. De esta memorable revista, convertida en texto de referencia solo se publicaron cuatro números.

En el primer número explica el propósito e interés que los animan a escribir para los niños de América: “para eso se publica la Edad de Oro: para que los niños americanos sepan cómo se vivía antes, y se vive hoy en América, y en las demás tierras, y cómo se hacen tantas cosas…”. Y con palabras así de sinceras, el Hombre de la Edad de oro, rompe con los cánones literarios de la época.

El segundo número constituye lo que para él significaría la publicación, y expresa: “La Edad de oro no quiere morir, porque nadie debe morir mientras sirva para algo, y la vida es como todas las cosas, que no debe deshacerlas sino el que puede volverla a hacer (…). Los niños debían juntarse una vez por semana, para ver a quién   podían hacerle algún bien, todos juntos…y todos en coro, cogidos de la, mano, les daremos gracias con el corazón (…). 

(…) Las cosas buenas se deben hacer sin llamar al universo para que lo vea a uno pasar. Así expresa José Martí en el tercer número de la mentada publicación, y agrega: Se es bueno porque sí, y porque allá adentro se siente un gusto cuando se ha hecho un bien, o se ha hecho algo útil a los demás. Eso es mejor que ser príncipe: ser útil. Los niños debían echarse a llorar cuando ha pasado el día sin que aprendan algo nuevo, sin que sirvan de algo (…). 

En octubre de 1889, se editó el número final. Cuánta tristeza y amargura causó la terminación de este noble proyecto al hombre de la Edad de Oro, amigo fiel y sincero de los niños de nuestra América.  En el mismo señala: “Se ha de conocer las fuerzas del mundo para ponerlas a trabajar (…) El hombre ha de aprender a defenderse y a inventar, viviendo al aire libre (…) La vida de tocador no es para hombres (…).

Y es en el citado mes cuando nuestro José Martí escribe una carta a su amigo Manuel Mercado donde expresa que, por primera vez, a pesar de lo penoso y azarosa vida, abandona lo que con tanto amor emprende. 

¿De qué manera y por dónde llega La Edad de Oro a Guantánamo?   

Alrededor de 1885, Amador Esteva y Mestre, natural de Santiago de Cuba establece su residencia en la villa Guantánamo. Este afamado patriota fue uno de los miembros fundadores de la Sociedad. Había conocido a José Martí en New York alrededor de 1880 y entre ellos se forjaría entonces lazos de amistad.

Justo en el mismo año en que aparece La Edad de Oro, en la villa de Guantánamo se fundó La Sociedad La Luz, edificio de dos plantas en la esquina de las actuales calles Calixto García y Emilio Giró. El inmueble, sobresalía por ser el más imponente de la localidad por su refinada cristalería francesa y decorados balcones, donde unían a varias corrientes arquitectónicas en un armonioso eclecticismo.

José Martí, urgido de enviar la revista a Cuba y conocedor además de la calidad humana y el patriotismo de Amador Esteva, le escribe una carta fechada del el 27 de julio de 1889. Dicho documento está en Centro de Arte y Literatura Regino Eladio Boti en la ciudad de Guantánamo, primera provincia cubana en recibir la publicación literaria.

En carta del maestro a Esteva afirma:  “Esta carta, valgan verdades, no se la escribiría, de puro abochornado, si no le hubiese ofrecido al editor de La Edad de Oro, buscarle, por medio de Usted, un buen agente en Guantánamo. Usted debe haber recibido la circular, porque ya se la mandé y ahora recibirá el primer número. Dígame si he salido airoso, y si he dado con la manera de hablar con la gente menor“.  

Los paquetes con los ejemplares de La Edad de Oro, comenzaron a llegar a la villa de Guantánamo, a nombre de Amador Esteva y posteriormente serían distribuidos a varios sitios del país. El centro de recepción era justamente la Sociedad La Luz, institución convertida posteriormente en Liceo La Luz y en aquel momento, centro de conspiración contra la metrópolis española.

Brotaba entonces la noble misión de enviar a los editores las remesas correspondientes y coordinar desde Cuba, todo lo concerniente a las suscripciones, correspondencias y clubes de lectores, en torno a la publicación de La Edad de Oro.

Hasta hoy, se desconoce la existencia de otro sitio en Cuba que haya asumido de igual forma la noble tarea. Por ello, no hay dudas de que el hecho ennoblece la tradición patriótica de los guantanameros e influyó en el coraje, el entusiasmo y la formación del mambisado en este territorio oriental.

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