Guantánamo.- Amanece en la tierra donde el sol se encuentra primero con los cubanos, y cientos de miles de guantanameros se aprestan serenos a su encuentro con la Patria, a rendir tributo al mejor discípulo de Martí, a quien nos dignificó y dignificara siempre, al hombre que cambiando los destinos de esta Isla del Caribe, cambió los destinos del mundo: Fidel Castro.
En todos los municipios de la más oriental y montañosa provincia del país están dispuestos los sitios donde guantanameros y guantanameras firman su juramento de ser fieles al legado del líder de la Revolución Cubana y a la doctrina que lo guió durante toda su revolucionaria vida, recogida en ese concepto paradigmático del Primero de mayo del 2000.
En la misma plaza de la revolución Mariana Grajales Coello, inaugurada por el Comandante en Jefe el 26 de julio de 1985, y a la que vuelve diez años después en otra celebración por el Día de la Rebeldía Nacional, se realiza el homenaje central encabezado por las máximas autoridades del Partido Comunista de Cuba y el Gobierno, de las FAR y del MININT en la provincia.
Organizados por sindicatos, el pueblo se concentra en las afueras de la plaza, mientras esperan su turno para rendir tributo a Fidel que nos acoge con su uniforme verde olivo, fusil, mochila y botas de guerrillero.
Pasan todos; la madre con su niño, la pionera, el estudiante universitario, la abuela que agradece que sus nietos están formados por la Revolución, el combatiente del Congo, y de Angola, médicos, maestro, el obrero, el cuentapropista, el campesino, pasa Guantánamo todo.