Grandes sueños se cumplen

Guantánamo. – Cada vez que termina un curso escolar, llega el período de descanso y por fin se cumplen los sueños de muchos estudiantes, el momento para el que se han preparado tras 12 cursos escolares, correspondientes a las enseñanzas primaria, secundaria y preuniversitaria: el ingreso a la educación superior.

En Cuba, casi todas las familias tienen algún universitario en su seno. A mi criterio se trata de la etapa más dura por la que pasan los alumnos para concretar una carrera profesional.

Tras los fuertes exámenes de ingreso a la educación superior y los meses de verano, inicia un período nuevo en la vida de chicos y chicas, que en sus provincias o en otros territorios llegan a los más de 200 perfiles que se estudian en toda Cuba.

Se trata de cinco años durante los cuales la responsabilidad es primordial, pues al ingresar a las universidades no siempre están mamá, papá o los abuelos para que te despierten en la mañana y nos den ese empujoncito al que estamos acostumbrados, para llegar puntual a las clases, hacer los deberes o entregar los trabajos independientes que estarán a tu cargo.

Mientras que en el seno familiar se viven momentos difíciles y sentimientos encontrados, representa un orgullo para los mayores saber que su pequeño – ya no tan pequeño – pronto estará en camino a un futuro de formación mucho más profundo y centrado en su futuro desempeño. Pero también incorpora una preocupación, es doloroso cuando a la hora de partir no se tienen todos los recursos para ofrecerle al muchacho o la muchacha, aunque siempre se le guarda en la casa lo mejorcito al que está lejos.

Dicen que lo que fácil se logra, fácil se deja y es que la universidad es una especie de preparación para la vida, esa por la que se hacen promesas, se deja de dormir, se lucha, se sufre y se queman las pestañas, como reza el vocabulario popular.

Ese susto que se vive tras cada prueba, trabajo investigativo, seminario o exposición, nunca se olvida, metas que obligatoriamente hay que superar para lograr el anhelado título. Pero no todo es malo, siempre quedan los buenos recuerdos, amigos y hasta el amor.

En Guantánamo miles de familias preparan las condiciones necesarias, compran maletines, mochilas, avituallamientos, ropas y zapatos para que, en los días finales de agosto, cuando se aliste el equipaje o la carpeta escolar, nada falte o sean muy pocos los detalles por ajustar. Se trata de una etapa hermosa y dura, en la que se cumplen grandes sueños.

 

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