Guantánamo.- Y arrancó de nuevo la pasión que mueve a millones de personas en todo el mundo y de la cual Cuba, y Guantánamo, no están exentos: el Mundial de Fútbol Rusia 2018.
Es como una fiebre que contagia y se multiplica en toda esta isla, donde la pelota es el deporte nacional y que, a pesar de muchas reflexiones, críticas y alguna que otra estrategia, la magia de un balón que se mueve entre defensores, centrocampistas, delanteros, e inquietos porteros, tiene tantísimos seguidores aquí y de diversas maneras manifiestan su apoyo a los equipos de su preferencia.
He rabiado de lo lindo, sufrido, gritado: Gooooollll… me han etiquetado en Facebook con fotos y posts en contra de “el mío”; Messi, causante de… mejor lo dejo ahí, y para que conste: ¡sigo apóstando por él!
Sobre todo he disfrutado las imágenes de los estadios repletos, de la vistosa y entusiasta hinchada argentina, de las bellas vestimentas de los aficionados africanos y árabes, los rostros pintados con las banderas de sus países, ¡toda una fiesta de diversidad!
Y dentro de ello, algo que me llamó poderosamente la atención; Japón y Senegal no solo se llevaron el triunfo en la cancha (en sus primeras salidas), sino que sus fans demostraron que deporte y cultura van de la mano, cuando luego de los partidos recogieron la basura acumulada alrededor de sus asientos, marcando una goleada de buena educación y ejemplo.
En mi hogar tampoco faltan las preferencias variadas ni los pronósticos, que cuando fallan… Lo mismo en el barrio donde los fans creen conocer el ABC del fútbol y lo mismo critican o aplauden a directores técnicos que a jugadores, los mismos que se desempeñan en distintos clubes y que ahora defienden los colores de sus respectivas selecciones nacionales.
Al paso por las vecindades guantanameras se escuchan frases como: “oye, este Mundial es de Portugal” (¡y nadie puede convencerme de que no es por Cristiano Ronaldo!) , otros dicen: “¡Argentina! (igualmente, por La Pulga) Mientras que la y otros, como mi vecino, apuestan por Alemania, “La Maquinaria” cuatro veces campeones en estas lides, imbatibles, tal y como lo aprecio sin ser especialistas, en otros momentos con su juego aéreo.
Ahora, mi favorito es Brasil y no solo por Neymar, sino por Marcelo, Coutinho, Casemiro, Thiago Silva y el resto que hacen que la “canarinha” tenga un equipazo, como para convertirse sextacampeones.
Vivimos toda esta pasión gracias a la transmisión en vivo de la Televisión Cubana y todo el esfuerzo, que desde todos los puntos de vista lleva y que mucho se agradece.
No puedo dejar de añorar, de soñar con ver a una oncena de Cuba en un escenario similar… pero para ello, considero que hay que acabar de comenzar a darle desde el atractivo hasta la logística que lleva un juego de fútbol, que si bien es caro, también mucho puede lograrse con alternativas, iniciativas propias (de esto los cubanos sabemos muy bien) y un orden de prioridades. Pero este, bien podría ser tema para otro análisis.
Por lo pronto, voy a seguir disfrutando de la magia del Mundial de Fútbol Rusia 2018, de la habilidad de los cancerberos para defender una portería de 7,32 metros de largo y 2,44 de alto y de la destreza de los otros jugadores para colar el balón y hacer que millones de personas en todo el mundo exclamen al unísono: ¡Gooooool!
Y por si Brasil no trae para Sudamérica, que es casi de la vencindad, la Copa de nada menos de 36,8 centímetros, 18 kilates y 6,175 gramos, pues entonces que lo haga el otro mejor… (Portugallll… se aventura a decir mi hijo…)
