Guantánamo.- La noticia de la muerte de Fidel recorre el mundo. Las expresiones de tristeza afloran en cada esquina, pero entre las voces hay quien recuerda que el Líder de la Revolución Cubana permanecerá vivo eternamente.
Soy periodista de temas culturales y por eso cuando alguien a mi lado dijo: “No ha muerto, sigue vivo”, automáticamente pensé en aquellas históricas palabras que el Comandante pronunció hace 55 años, el 30 de junio de 1961, ante un grupo importante de intelectuales cubanos.
Palabras que sin dudas eternizan a Fidel en el universo cultural y artístico de la isla y a partir de las cuales la cultura emergió como la línea de defensa de la Revolución Cubana.
Palabras sólidas y valientes que marcaron el vínculo indisoluble de la cultura con el pueblo, y que demostraron el impacto real que puede tener el arte y la literatura en la transformación de los estilos de vida de hombres y mujeres.
De ellas nacieron, dos meses después, la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), y más tarde algunas de las múltiples instituciones artísticas y culturales que hoy existen en nuestro país.
Fidel enunció, por primera vez de forma pública, el papel imprescindible de la cultura en la Revolución naciente, como motor impulsor de los cambios que se ya se mostraban en la sociedad.
Ya desde entonces, en sus palabras, hablaba de satisfacer las necesidades materiales del pueblo pero también las espirituales. (…) Y al igual que nosotros hemos querido para el pueblo una vida mejor en el orden material, queremos para el pueblo una vida mejor también en el orden espiritual, queremos para el pueblo una vida mejor en el orden cultural. Y lo mismo que la Revolución se preocupa del desarrollo de las condiciones y de las fuerzas que permitan al pueblo la satisfacción de todas sus necesidades materiales, nosotros queremos desarrollar también las condiciones que permitan al pueblo la satisfacción de todas sus necesidades culturales. (…)
Y luego continúa: (…) una parte del pueblo carece de un gran número de bienes materiales que son para ellos indispensables, y nosotros tratamos de propiciar las condiciones para que todos esos bienes materiales lleguen al pueblo. De la misma manera debemos propiciar las condiciones para que todos esos bienes culturales lleguen al pueblo. (…)
“Eran momentos difíciles- me dijo una vez en una entrevista, Eldis Baratute, joven escritor y Presidente de la Asociación Hermanos Saiz en la provincia de Guantánamo. Se habían producido numerosas agresiones a la Revolución en ese año y aún así, Fidel encontraba un espacio para dialogar con los intelectuales cubanos y ubicar a la cultura en el centro de todas las transformaciones sociales que atravesaba el país en aquel momento.
“Llegó a comprender- añade Eldis- que ser cultos es el único modo de ser libres y que sin la cultura no tendríamos las herramientas necesarias para salvar el país del asedio constante al que se veía sometido”.
Y se refería, sin dudas en aquel momento, a la gran cultura, aquella que nace del respeto, del diálogo, de la escucha y que indudablemente conlleva a la transformación del hombre.
Por eso invitó a desterrar acomodamientos y posturas individualistas, para poner al arte en función de los campesinos, los obreros, los hombres de bien. (…) Si a los revolucionarios nos preguntan qué es lo que más nos importa, nosotros diremos: el pueblo. Y siempre diremos: el pueblo. (…) para nosotros será bueno lo que sea bueno para ellos; para nosotros será noble, será bello y será útil todo lo que sea noble, sea útil y sea bello para ellos.
Los escritores y artistas de entonces y los que llegaron después de aquel encuentro, asumen hoy esas palabras históricas como un faro, una luz que los guía a soñar y a construir unidos una sociedad más plena y enriquecida espiritualmente.
Hay vida en esas palabras, no puede morir el hombre que las pronunció hace 55 años.
Licenciada en Periodismo. Graduada en la Universidad de Oriente en el 2010. Periodista, editora del sitio web y miembro del equipo multimedia de Solvisión.