Guantánamo.- Dos figuras se unen más allá de las leyendas tejidas a su alrededor y a pesar de los años que separan su llegada a este mundo, 14 de junio, los une toda una historia de valentía y causa común en pos de la justicia y la libertad de Cuba: Antonio Maceo y Ernesto Che Guevara.
El primero nació en 1845 en Santiago de Cuba, en el seno de una familia independentista. Se incorporó desde el inicio a la guerra independentista y sobresalió como audaz soldado e increíble estratega.
Junto a Máximo Gómez, el dominicano que ofrendó su vida a la causa de los cubanos, protagonizó la invasión de Oriente a Occidente, hecho que muchos consideran entre los más trascendentales eventos de la historia militar de la nación.
Ganó el apelativo de Titán de Bronce a raíz de su firme posición en contra del Pacto del Zanjón, mediante el cual la colonia española proponía a los cubanos una paz sin independencia, hecho que lo llevó a liderar la Protesta de Baraguá, momento clímax de la reafirmación expresa del amor a la independencia y patriotismo.
Su espíritu antiimperialista quedó explícito cuando expresó, ante intenciones de las agotadas tropas mambisas de anexarse a los Estados Unidos, que era preferible continuar en la manigua antes de contraer deudas de gratitud con un enemigo tan poderoso.
Cinco décadas después, de igual forma en el fragor de un combate, herido y ahogado por un ataque de asma, un hombre se dispuso a ayudar a su compañero de lucha también lastimado. Nadie lo escuchó siquiera lamentarse por su dolor. Era Ernesto Guevara de la Serna.
Nació también un 14 de junio, pero de 1928, en Rosario, Argentina. Devino en modelo de revolucionario cuyas ideas y acción materializan hoy jóvenes y movimientos sociales de todo el mundo.
Ejemplar humanista, médico de profesión, el Che -sobrenombre con el cual pasó a la historia- poseía una sólida formación política y abrazó la Revolución como único camino para desafiar al imperialismo.
Sobresalió como guerrillero, el asma no le impidió cumplir numerosas misiones militares en las montañas de la Sierra Maestra, incluyendo la transmisión de lo que acontecía en las montañas a través de Radio Rebelde.
Como Maceo y Gómez, reeditó junto a Camilo Cienfuegos la invasión de oriente a occidente, mediante la cual, en una de sus decisivas batallas, la de Santa Clara, dio el puntillazo para fin de la dictadura de Batista y el triunfo revolucionario.
Establecida la Revolución, ocupó importantes responsabilidades en el Partido Comunista de Cuba y el Gobierno a los que renuncia después, al partir a su misión liberadora internacionalista.
En épocas distintas Maceo y Che abrazaron los mismos ideales de justicia, humanismo, solidaridad, independentismo y antiimperialismo, legado para las nuevas generaciones que trasciende nuestras fronteras para convertirse en universal.