Por tercera ocasión, el Consejo de Seguridad, cuyas resoluciones son vinculantes, no logra una declaración conjunta para pedir el alto el fuego en Gaza, a causa del veto de Estados Unidos. Fue la única objeción en la sesión de ayer de ese órgano de la ONU.
La propuesta, presentada por Argelia, recibió 13 votos favorables y la abstención de Reino Unido. En el texto, se rechaza, también, el desplazamiento forzado de la población civil palestina, en violación del derecho internacional, y exige el fin inmediato de esas violaciones y la liberación inmediata e incondicional de todos los rehenes. Pide, además, un acceso humanitario sin restricciones a la Franja de Gaza y a lo largo de ella.
Fue irónico escuchar que el argumento de la oposición estadounidense, en la voz de su embajadora, Linda Thomas-Greenfield, es que la aprobación de la propuesta argelina podría poner en riesgo las negociaciones en curso. ¿De qué está hablando? ¿De los miles de víctimas, de ellos la mayor parte niños, de una región en ruinas? ¿Así se negocia?
El colmo de la aberración es que, dijo, no traerá una paz duradera, sino que ampliará el cautiverio de los rehenes y la crisis humanitaria. ¿A qué paz se refiere? ¿No sabe que la paz se construye, por encima de todo, en el respeto al derecho a la vida?
Al conocer la noticia, el Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, expresó que «son cómplices de este genocidio de Israel contra Palestina».
El representante de Rusia, Vassily Nebenzia, advirtió: «La representación norteamericana insiste en que el Consejo no interfiera en sus planes, y otorga a Israel una licencia para matar».
