Enriqueta Faber: una historia para ser contada

 

Enriqueta Faber la primera mujer que ejerció la medicina en Baracoa, Tiguabos y en Cuba
Guantánamo.- Enriqueta Faber –Henriette- desafiando las leyes, humanas y divinas, como ninguna mujer lo hiciera hasta entonces en toda Cuba, fue la primera mujer que ejerció la medicina en la Isla, cuando este derecho era sólo privativo de los hombres. Conozcamos su historia.

Nació en Lausana, Canón de Vaud, Suiza, en 1791. Sus abuelos fueron Juan Faber e Isabel Caven, quienes eran muy ricos y aficionados a las artes. La muchacha de finos modales, cuatro pies y diez pulgadas de estatura, piel blanca, mejillas rosadas, ojos azules, cabellos y cejas rubios, nariz abultada, boca y frentes chicas, quedó huérfana y arruinada a los 16 años, y pasa al amparo de su tío Enrique, Barón de Avivery y coronel del ejército francés.

Desde entonces vive en la casa del Barón en Paris, hogar donde abundan las fiestas y tertulias. Allí conoce al oficial de cazadores Juan Bautista Renaud, con quien se casa, matrimonio del que nace un niño, del cual algunas versiones dicen que murió a los 8 días de nacido y otras que fue arrancado de los brazos de su madre, para ser entregada a una baronesa incapaz de procrear.

En 1808, como oficial del invasor ejército napoleónico, Juan Bautista marcha a Austria, y como otras esposas de militares, Enriqueta lo acompaña. El militar muere en la batalla de Wagram y la joven queda viuda con sólo 18 años.

Momento en que resuelve no depender más ni de su tío ni de ningún hombre. Enriqueta Decide renunciar a su condición de mujer.

Para 1810 usando ropas varoniles y con el nombre de Enrique Faber matricula la carrera de medicina en Paris.  Luego de graduarse llega a ejercer de cirujano en las tropas de Napoleón en sus campañas en Rusia y España, donde es hecho prisionero y encarcelado hasta 1816.

Cansado(a) de guerras y cumpliendo un encargo de su tío en buscar a su esposa la baronesa, Faber, abandona Europa y viaja a las Islas Margaritas primero y luego a Santiago de Cuba, donde llega el 18 de enero de 1819, a bordo del velero La Hevetía.

De Santiago decide buscar un lugar donde su aspecto delicado despierte menos sospechas y pueda consultar a los enfermos sin someterse a las pruebas y trámites que establecía el tribunal de Protomedicato. Es así que escoge para residir a la Villa de Baracoa.

Pero ni siquiera allí escapa a las presiones sociales. Su soltería, aire de mundo y capacidad profesional debieron resultar muy atractivos a las casamenteras que ven en el médico un buen partido para sus doncellas. 

Antes de rechazar alguna señorita de sociedad, Faber optó por lo que parecía la solución ideal. Propuso matrimonio a la veinteañera Juana de León, la muchacha huérfana y pobre, padecía de tuberculosis, por lo que le propuso vivir casados, pero como buenos amigos, pues al ella estar débil no podía dedicarse a cumplir con sus deberes como esposa.

El 11 de agosto de 1819 se efectuó la boda en la iglesia parroquial de Baracoa, quedando asentado en el libro de matrimonios de blancos.

Poco tiempo después el éxito como médico de Faber despertó la envidia de sus colegas, quienes le prohibieron practicar la medicina hasta que pasara las pruebas de rigor. Al mismo tiempo la buena alimentación y los cuidados extremos reanimaron a Juana, quien ya no se contentaba con un matrimonio a medias.

En ese tiempo Enrique viaja a la Habana se entrevista con el Gobernador de Cuba, teniente general Juan Manuel Cagigal, quien el 22 de marzo de 1820 le otorga la carta que le permite residir y trabajar en cualquier lugar de la Isla.

Enriqueta Faber la primera mujer que ejerció la medicina en Baracoa, Tiguabos y en CubaUn mes después el tribunal Protomedicato le da el aval para ejercer su profesión, otorgándole además el cargo de Fiscal del Protomedicato en Baracoa. Nombramiento que no fue bien aceptado en la Villa, donde no se entendía que un extranjero ostentará tal título.

Ahora todos los pasos de Faber estarían acompañados de chismes e intrigas, situación que empeora cuando en la casa su esposa se entera de su condición de mujer y Enrique le confiesa la verdad, y le ruega que guarde silencio y vivan como hermanas.

En mayo de 1822 Enrique partió sólo de Baracoa y se establece en el pueblo Tiguabos. Pero los rumores lo persiguen, Faber para demostrar su virilidad busca compañía en personas adictas al alcohol. Un fatídico día la lavandera habla de su condición de mujer, y en enero de 1823 Juana pide la anulación del matrimonio.

Enriqueta es detenida y trasladada a Santiago de Cuba, sufre humillaciones, es amenazada de ser paseada desnuda e intenta asesinarse. Durante el proceso judicial asume todos sus actos. Es condenada a cuatro años de prisión y luego de ser cumplida esa condena al destierro de todas las posesiones españolas.

Permanece primero en el Hospital de Paula de la Habana y luego, bajo régimen de máximo rigor, en la casa de San Juan de Nepumoceno de las recogidas, desde donde un día embarca hacia los Estados Unidos.

Y nunca más se supo a ciencia cierta del verdadero destino de Enriqueta Faber, quien fue la primera mujer que ejerció la medicina en Cuba, con la osadía de transgredir las leyes y dogmas de la época, que negaban el derecho civil a las féminas.

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