Guantánamo.- Aunque cientos de miles de personas perdieron sus viviendas, cosechas y muchos bienes materiales con el paso del tenebroso huracán Matthew, este no pudo con toda y su desbastadora fuerza, arrancar de muchos pobladores objetos que reguardaron con sus vidas, por formar parte de sus mejores y más valiosos recuerdos.
Así, sucedió en el extremo más oriental de Cuba, allí, a metros del Faro Concha de Punta Maisí la familia Uranga Terrero, preservó con sus vidas una foto que, junto a un lapicero y un libro son sus más grandes tesoros.
En la imagen tomada en agosto de 1981, aparecen el ya desaparecido padre de familia Edito René Uranga Figueras, torrero en el Faro por casi 33 años, junto otro de sus compañeros de oficio, y el General de Ejército, entonces Ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, y su inolvidable compañera Vilma Espín Guillois.
“El viejo, revolucionario hasta los huesos, murió en 1999, pero siempre guardó con mucho orgullo y celo está foto al lado de Raúl, que le regaló junto al lapicero que utilizaba ese día y un libro de la historia de los expedicionarios del Granma, con una linda dedicatoria.
“Por eso la guardamos tan bien junto a nosotros en un baúl de metal, nos dice su hija Clara Uranga, a su lado sus hermanas Rosa, Esther y Flora, esta última, quien debe su nombre y nació en los momentos en que también por esta zona pasaba en 1963 el ciclón que dejó miles de muertes.
La madre Blanca Nieves Terrero aún impacta llora al ver sus muebles y ropas mojadas y el techo de su vivienda en el piso; cubierta que poco a poco vuelve a su lugar, con la ayuda de vecinos y de una brigada de trabajadores de la CTC provincial.
“Nunca nada como este huracán – repetía la viejita- esto fue lo último lo último”. Sus hijas la calman, reiterándole la confianza en que el Estado revolucionario las ayudará, y le recuerdan las veces que preparó avituallamiento para que su esposo Edito los vendavales en el Faro.
El Faro de Punta de Maisí posee una altura de 37.2 metros, fue construido por orden de la corona española entre 1856 y el 1862, con rocas extraídas de la costa de terrazas marinas de la región. Fue bautizado con el nombre de Concha y su objetivo era guiar a los barcos hasta la bahía de Baracoa con clara luz de 32, 8 kilómetros de alcance.
“Ser farero es una tradición familiar, en este Faro trabajó en su construcción mi bisabuelo, luego laboraron en el mi abuelo, mi padre y ahora un sobrino” nos dice Rosa Uranga, mientras entre todos y todas entramos al hogar un colchón, secado ya, por el sol de la recuperación.
Licenciada en Español – Literatura. Periodista. Profesora Asistente. Habilitada en guión y realización de programas de TV. Editora del sitio digital de la televisión de la provincia de Guantánamo. Bloguera y activista de las Redes Sociales