En Manuel Tames, Guantánamo, la recuperación prosigue satisfactoriamente

En Manuel Tames, Guantánamo, la recuperación prosigue satisfactoriamenteGuantánamo (Redacción Solvisión) Damnificados a causa del ciclón Irma en  el municipio de  Manuel Tames expresaron su satisfacción por la solidaridad  de autoridades y vecinos de esta localidad, una de las más golpeadas en Guantánamo por el huracán Irma.

Se actuó con prontitud aunque la crecida de ríos, las constantes lluvias y la destrucción de caminos crearon confusión en algunos pobladores que debieron, como nosotros, buscar refugio inmediato, subrayó Ramón Rivera, un agricultor sexagenario, a quien apoya en sus declaraciones su esposa Matilde Lacutí.

Ambos ocupan en San Antonio de Redó  -otrora cabecera municipal- uno de los locales adaptados para acoger a quienes el ciclón dañó totalmente sus hogares.

Esa vía alternativa, aprovechando instalaciones estatales subutilizadas, y con cierta consistencia en su estructura, fue una decisión del Consejo de Defensa Municipal, para enfrentar las secuelas del desastre, y garantizar la estabilidad familiar.

El río acabó con la casita, con la ropa, los efectos electrodomésticos y casi todos nuestros bienes: creció rápido y no dio tiempo a nadie, tercia Matilde, que durante 45 años ha pasado “las buenas y las malas con mi viejito y nuestros ocho hijos”.

Algunos de sus vástagos no convivían  con ellos en esos instantes cruciales, y no fueron afectados, y acuden a brindarle ayuda y ánimo en el merendero y cafetería que la pareja ocupa, en el demolido ingenio que ostenta el nombre del municipio.

El septuagenario, jubilado azucarero hace una década, salió ileso de  la fuerza adquirida por el río a inicios de septiembre pasado,  pero aún se asombra de esa crecida inédita, que sobrepasó los cinco metros de altura del puente prefabricado que enlaza a esta comunidad con otra del antiguo batey.

Luis Mariano  marca con el índice a los muros de contención que fueron a parar debajo de la citada pasarela, por obra de la corriente, y a la cancha de baloncesto, restituida en su sitio de origen, dos semanas después del paso de Irma.

Mi casa no tuvo daños, pero  debí abandonarla con mi familia, a instancias de la comisión de evacuación, que nos persuadió de que corríamos peligro.  Cuando  salíamos por la puerta trasera el agua ya nos daba a las rodillas, subraya.

En las antípodas del lugar donde tiene lugar el diálogo, en la margen opuesta del Río Seco,  Leonides Redó Jarrosay,  expresa a la ACN que “lo que me falta es un poco de piedra para terminar”.

Integrante  del Contingente de Trabajadores Eléctricos Ernesto Compte Rojas, que reparó en Chambas, 40 kilómetros de líneas de 35,4 kilovoltios, derribadas por el fenómeno hidrometeorológico,  constató a su regreso que el  Gobierno, vecinos y amigos suyos practicaron en beneficio de su hogar igual solidaridad que él en Ciego de Ávila. 

Su esposa narra que cuando el cónyuge partió a la misión subyacían las huellas de la humedad del río que se introdujo en el inmueble hasta más de un metro de altura, y desapareció  ventanas, puertas, efectos electrodomésticos, camas y colchones.

Aclara que algunos bienes le han sido restituidos y llevan a cabo trámites para adquirir créditos y materiales, para “dejar la casa más bonita que antes del ciclón”. Y subraya como colofón: De esta escaramuza salvamos también lo más importante: la vida de nosotros y la del muchacho. Y poco a poco, y gracias a la Revolución, vamos venciendo la adversidad, y sin perder otro bien valioso: el optimismo y la seguridad de salir adelante.

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