En cuanto a tratamiento de género… ¿Somos iguales?

Guantánamo. La importancia de la comunicación en la sociedad actual, y la preocupación social por los contenidos emitidos por los medios han incidido en el notable incremento en los últimos años de los estudios sobre género y comunicación.

Todavía no se puede decir que este campo se haya convertido en un ámbito de investigación totalmente consolidado, pero se van fomentando experiencias. Puede que poco a poco continúen animándose grupos de investigadoras, e investigadores, que mantengan una línea de indagación permanente, así como publicaciones especializadas que permitan difundir los resultados de aquéllas.

Quizás se realicen más congresos, seminarios e intercambio de experiencias en el mundo en los que se puedan poner en común las nuevas perspectivas adoptadas en este campo y más fuentes de financiación permitan a los grupos estables dedicarse a la investigación, sin que ello signifique invertir recursos propios.

Tales demandas, extraídas de una fuente de comunicación, tienen justificación, sí, pero lo que urge cambiar, sin más tiempo para ello, es la mentalidad de ambos sexos en este sentido.

¿Existen o no las desigualdades sociales que afectan, principalmente, a las mujeres? Cuando me refiero a la toma de conciencia de ambos sexos al respecto, es porque en ocasiones las propias féminas se menosprecian ante una u otra tarea o responsabilidad y a fuerza de costumbre, ellas dicen hacer mejor que nosotros tal o más cual cosa.

Está demostrado que tanto unas como otros podemos desenvolvernos en las esferas que nos impongamos, de tú a tú. Investigue cuántas mujeres dirigentes, ingenieras, empleadas, operarias, obreras, conductoras de vehículos automotores y pesados… con resultados, existen en Cuba.

Busque también cuantos jefes de cocina, sastres, barberos-peluqueros, enfermeros y Jefes de Despachos, ó secretarios especializados, tareas que “solo a ellas les quedan bien”, pululan en centros de trabajo del país, tan hombres como cualquiera. Durante muchos años se han arraigado tabúes que no benefician a nadie.

Saque bien las cuentas si hoy por hoy en cada hogar guantanamero, donde trabajan hombre y mujer, hay más o menos desahogo económico. Hablando de investigaciones, estudios confirman que, sin pecar de feminista, donde la mujer pone la mano la obra se perfecciona.

El hecho es no temer hacer lo que se requiera en el hogar, la familia, la vida social en general, para que uno alivie la carga del otro sexo y viceversa. ¿No ha escuchado usted sobre el cambio, la transformación de roles? Hay lugares donde la mujer gana más que el hombre… y como siempre se ha dicho que “el que paga, manda…”

¿Cuántos padres no hemos tenido que cuidar a los pequeños porque la mamá tuvo que asumir una responsabilidad impostergable, una misión internacionalista, por ejemplo? ¿No lo hemos hecho bien?

Ni las mujeres pueden considerar a los hombres tan incapaces de hacer lo que hasta ahora se suponía era privativo de ellas, ni los hombres creer que ellas son las únicas especialistas en las labores hogareñas u otras en el centro de trabajo. Confirmo con estas ideas entonces que hay de parte y parte en este asunto.

Aún cuando en el mundo se siguen reproduciendo los mismos estereotipos de género, la mujer hermosa, estilizada, hombres fornidos, musculosos (no escapamos al fenómeno), también hemos conocido a través de los medios de comunicación locales y nacionales sobre usufructuarias agropecuarias altamente productivas, femeninas, bellas, elegantes…

Es más el arraigo de los preceptos   lo que tal vez marque hoy la diferencia de género, sin negar tampoco la existencia de algunas tendencias copiadas, que si bien no las comparto, soy del criterio que poco a poco acercan cada vez más a los dos sexos Los profesionales de la información conllevamos una serie de valores que ponemos en funcionamiento para organizar nuestra tarea cotidiana, y la dotan de sentido y coherencia el trabajo.

Entre estos valores no figura la dimensión de género para tipificar, clasificar, abordar, tratar, seleccionar o enfocar los acontecimientos. Cuánto debemos andar aún para exponer con mayor claridad, credibilidad, entendimiento que en muchas ocasiones un falso complejo nubla la razón, y es ahí precisamente, donde sale a relucir, quizás inconscientemente, el machismo, ó el feminismo, que tanto daño hacen en cualquier sociedad.

Por lo pronto invito a repensar este tema. Cada vez que lo hago, personalmente, siento la deuda de gratitud con mi progenitora, me solidarizo más con mi compañera de vida, me preocupo más por mis descendientes, hembras, sin saber cuánto ellas mismas influirán para lograr hacer realidad definitivamente aquello que refrenda y casi acuñamos: “Aquí todos somos iguales”.

 

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