El nuevo reto de la única guantanamera en el Consejo de Estado

Al escuchar su nombre en la relación de miembros del Consejo de Estado elegidos por el Parlamento la reacción de la guantanamera Rosalina Fournier Frómeta fue de sorpresa y duda, confiesa ella hoy a a la Agencia Cubana de Noticias tres meses después del acontecimiento.

La devolvieron a la realidad los abrazos y felicitaciones de diputados sentados a su vera, pruebas fehacientes de que lo sucedido el 19 de abril de 2018 no era un sueño.
Aquellos instantes, que califica de preciosos, fueron suficientes para comprender el reto que se avecinaba y la importancia de cumplir con la inesperada responsabilidad depositada en ella, aseveró.

En fracciones de segundos –aseguró la entrevistada-, se reafirmó mí convicción de lo grande que es este pueblo y quienes lo gobiernan, capaces de elevar tan alto a una mujer negra y de origen humilde, subraya. Y aclara que “ya me consideraba más que reconocida por ser diputada por el municipio de Maisí a la Asamblea Nacional del Poder Popular”.

Graduada hace casi tres décadas en la Universidad de Oriente, la aún joven arquitecta inició su vida laboral en la otrora Empresa de Proyectos del Ministerio de la Construcción (ahora de “Diseño e Ingeniería” identificada con el acrónimo de Genedis) , de la cual es actualmente su directora general.

Ha sido mi único centro laboral, subraya, y enumera las responsabilidades que le han sido confiadas: técnica en proyecto, proyectista, jefa del departamento técnico, directora de diseño e ingeniería y de unidad empresarial de base, y la que ahora desempeña.

La prueba de que ninguno de esos ascensos, ni siquiera el que motiva la entrevista, ha hecho mella en su modestia, la constató la ACN durante el Fórum de Ciencia y Técnica de la entidad (y a raíz de él) evento en que el vocativo “directora” rara vez se pronunció y el santo y seña de los diálogos fue “Rosalina” o el abreviado y más cariñoso “Rosa”.

Mis compañeros me han tratado siempre con familiaridad, y fueron, a mi regreso de La Habana, junto a mi familia, la comunidad donde vivo y mis electores de Maisí, los primeros en manifestar su alegría por mi promoción al Consejo de Estado, subraya.

Igualmente -declara- hubo contento en el núcleo del Partido, la sección de base de la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción (UNAICC), a la cual pertenezco, en la Junta Directiva de esa institución en la provincia, en el Buró Sindical y hasta antiguos compañeros míos de estudio, en la secundaria, el pre y la Universidad.

Opina que su presencia en ese órgano de la Asamblea Nacional del Poder Popular que la representa entre uno y otro período de sesiones, la debe en parte a “mi colectivo, unido, revolucionario, e integrado en gran parte por jóvenes entusiastas y laboriosos”.

Cuando implantamos el pago de salario sobre la base de la eficiencia económica, un peldaño al que siempre quise llevar al colectivo, fue por profesionalidad, creatividad y la observancia de las normas técnicas puestas al servicio de proyectos integrados cada vez más funcionales, los cuales ejecutaron los trabajadores, acota.

Pero, recalca, que el apoyo fundamental, sin el cual no hubiera recorrido un trecho tan largo, es el de su octogenaria madre, que al igual que sus dos hijas y hermanos, la estimulan a que siga adelante, “y no les han inspirados celo el sacrificio que a veces me impide estar más tiempo con ellos”.

En la más reciente reunión familiar –dijo- comprendieron que con la nueva Reforma Constitucional, viajaré con más frecuencia a La Habana, y solo me pidieron que no abandonara la costumbre de “llamarlos a cada ratico.

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