El Moncada que nos toca defender

El Moncada que nos toca defender

El Moncada que nos toca defender

Por: Sucel Kindelan Morales

Guantánamo.- Son tiempos difíciles, de definiciones. De no colgar los guantes y apostar por ejercer nuestro derecho a construir el país que queremos, desde el respeto y el consenso. Es algo que corresponde a cada cubano, como un deber cívico refrendado en la carta magna de la República de Cuba, la cual debatimos y construimos todos en consulta popular. Son tiempos en los que no podemos dejar caer la bandera enarbolada aquel 26 de julio de 1953, aquella que levantaron valerosos jóvenes para no dejar morir las ideas del Martí gigante, en el año de su centenario.

Nuestra realidad, la que vivimos a diario, la que habla de resistencia, de inventiva, solidaridad, de heroicidad, la que nos llega bien de cerca y duele, habla de la lucha bíblica entre David y Goliat, entre un pueblo que busca desenredar su destino y un gigante de siete leguas que insiste en asfixiar y controlar cualquier atisbo de rebeldía, y resquebrajar el derecho a la soberanía, a la libre determinación que poseen todos las naciones del mundo.

Son tiempos de tareas difíciles, de objetivos de desarrollo pensados y adaptados al contexto socioeconómico de la isla, para logar salir adelante y llevar de la palabra al hecho, conceptos como soberanía alimentaria, sustentabilidad tecnológica o sustitución de importaciones; para que no sea una consigna gastada la necesidad perenne de producir, que es la batalla económica principal que enfrentamos en cada rincón del caimán verde.  Lo dijo el General de Ejército, Raúl Castro, hace una década atrás, “de esta tarea depende la preservación de nuestro socialismo.”  

Julio ha sido y es un mes cargado de historia. No por gusto, quienes intentan desunir e inyectar odio entre coterráneos, escogieron el mes del Moncada para subvertir el orden interno, utilizando como punta de lanza las penurias y el estrés psicológico que vive cada cubano. Un contexto marcado por la pandemia de la Covid-19 y las más de 240 medidas adoptadas por el gobierno del expresidente Donald Trump, mantenidas por el actual presidente, Joe Biden, constituyen el ajiaco perfecto para este fin, aderezado con una desigual guerra comunicacional desplegada desde las redes sociales y los medios tradicionales de prensa.  

Saber que queremos y hacia dónde vamos como país es fundamental para continuar erigiendo la sociedad justa e inclusiva q soñó José Martí, y la Revolución que es capaz de transformarse en función del momento histórico que vive, tal y como contextualizara Fidel Castro. Los cantos de sirenas se dedican a nuestra juventud, a quienes no vivieron etapas de bonanzas y sí, en Periodo Especial, en contingencias y coyunturas económicas complejas, y el recrudecimiento de un bloqueo genocida, a ellos que tienen el encargo generacional de cambiar todo lo que debe ser cambiado para que el futuro sea el que conquistemos desde hoy, un futuro de desarrollo, paz y continuidad.

En este escenario, la conmemoración del aniversario 68 del Moncada posee trascendencia no solo dentro del panorama nacional, sino que es un símbolo de esperanza a nivel internacional. Es una efeméride que da cuenta de continuidad histórica e ideológica, del poder y la responsabilidad que tienen los jóvenes para con su tiempo, su pueblo, su patria. La historia de Cuba recoge páginas de heroísmo donde el derecho a ser nosotros mismos, a ser dueños de nuestro destino, a decidir que queremos como país, es el denominador común en cada levantamiento armado. 

Por esa historia la que se tiñe de rojo, hace correr lágrimas y despierta admiración hay que andar en cuadro apretado con nuestros jóvenes. A esa juventud, la que crece a diario en nuestras calles, debemos comprometerla y hacerla partícipe de la construcción de ese futuro. Hablarles y escuchar su visión de la Cuba que quieren para el mañana, abrirles todos los espacios para el diálogo para que se sientan representados y ejerzan sus derechos cívicos desde la legalidad socialista de un estado de derecho. La construcción social del país es tarea de todos.   

Precisamente a juicio de esta periodista, luchar por ese futuro mejor fue lo que llevó a los jóvenes de la generación del centenario aquel 26 de julio al Moncada. Ellos reavivaron la llama de la libertad para expulsar a los gobiernos pro yanquis del escenario nacional. Esa es una conquista que debemos mantener, los cubanos de dentro y fuera. Cuba es nuestra casa, una plural, diversa, con fracturas y diferencias, aún en construcción, pero con un significado invaluable, es nuestra.  Ese es el Moncada que nos toca defender.

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