Guantánamo.- Me confieso una seguidora ferviente de la serie Chicago Fire, en casi todos su capítulos se me va una que otra lágrima… pero si hubo uno que me afectó profundamente, fue aquel cuando el jefe Boden llegó a New York a rendirle tributo a sus compañeros caídos el 11 de septiembre de 2011.
Las imágenes de aquel fatídico día, y no solo para los Estados Unidos, sino para toda la humanidad, volvieron de golpe a mi mente; el desconcierto, la incertidumbre, el horror creciente, la desazón…
Se calcula que murieron unas 3 mil personas, de ellas 85 policías y 300 bomberos. De los cerca de 400 desaparecidos, también una alta cifra pertenecen a esos cuerpos.
Los números en general son escalofriantes, como mismo estremecen los otros arrojados en cada acto terrorista sobre los que, por desgracia, tenemos noticia día a día: Paris, Londres, Barcelona, Pakistán…
El gobierno del país más poderoso del mundo, perfiló todas sus herramientas de inteligencia para hallar la fuente de los ataques: Al Qaeda, que tenía su cuartel general y a su líder Bin Laden asentados en Afganistán. A poco menos de un mes iniciaron los feroces bombardeos contra esa nación, la cual ocupan desde entonces.
Pero tampoco puedo olvidar que coincidentemente un 11 de septiembre, en 1980, asesinaron al diplomático cubano Félix García en las inmediaciones de la ONU, quiso el azar (?) que fuera el mismo escenario: la Gran Manzana…
Ese día, García conmemoró con combatientes chilenos de la resistencia el séptimo aniversario del golpe de estado contra el presidente Salvador Allende. Fue el último deber que cumpliría, pues resultó asesinado por la organización terrorista Omega 7, con el apoyo irrestricto de la CIA.
El crimen aún permanece impune…
¿Y cómo olvidar a Chile donde en 1973 su presidente Salvador Allende se despidió de su pueblo desde el palacio de La Moneda? Era inminente el golpe de estado protagonizado por Augusto Pinochet, el mismo que llevó a ese país a 17 años de cruel dictadura.
La política de carácter reformista de Allende motivó a muchos, dentro y fuera de la nación andina, a echarle del cargo y de acuerdo con múltiples analistas, el mandatario estadounidense Richard Nixon fue fundamental en esos lamentables hechos: se imponía frenar el avance del “comunismo” y del “socialismo” que “amenazaba” con propagarse en América Latina… (Cuba).
Tal y como lo veo, existe un hilo conductor a pesar de la distancia geográfica y temporal: el irracional uso de la violencia para lograr supuestos objetivos políticos. Las lecciones son más que claras: no se combate el fuego con el fuego, el fin no justifica los medios, los sistemas políticos no se pueden imponer y sobre todo que no hay terrorismo bueno, ni terrorismo malo…
De ahí que Cuba lamente y condene acciones similares y enarbole la premisa del fortalecimiento de la cooperación internacional para combatir la evolución de la amenaza de ese mal, partiendo del profundo rechazo a todos los actos, métodos y prácticas terroristas, en todas sus formas y manifestaciones por quien quiera, contra quien quiera, y donde quiera que se cometan; sean cuales fueren sus motivaciones, incluidos aquellos casos en los que hay Estados directa o indirectamente involucrados.
