Guantánamo.- El 21 de mayo de 1961, Luis Ramírez López no pudo terminar su guardia en la Brigada de la Frontera Orden Antonio Maceo, en el perímetro de la ilegal Base Naval de Guantánamo. Una bala, salida desde el camión que transportaba el relevo de los soldados estadounidenses, truncó la vida del joven soldado.
Había nacido en Guisa, provincia Granma, en el seno de una familia humilde que le transmitió la sencillez que lo distinguía. Con su innato carácter alegre llegó a la unidad donde ganó la simpatía de todos de manera tal que querían cubrir la posta con él.
Para justificar el horrendo crimen del joven de 22 años, un vocero del Pentágono expresó, entre otras mentiras, que el soldado asesinado había traspasado la cerca que limita la base y después huido, razón por la cual un centinela de la infantería norteamericana le provocó la muerte.
De inmediato el pueblo exigió justicia y el Comandante en Jefe Fidel Castro, expresó a propósito de la calumnia: en respuesta a esos falsos planteamientos:
“Nosotros no podemos caer en actos y provocaciones que no hemos realizado jamás y de los cuales sí hemos sido víctimas sistemáticamente durante años, y por otra parte no vamos a abandonar la custodia de nuestro territorio”.
Los restos del joven fueron enterrados en el cementerio de Santa Ifigenia en Santiago de Cuba, donde el General de Ejército Raúl Castro Ruz subrayó:
“No creemos equivocarnos si en nombre de todos le decimos a la familia Ramírez López que todo nuestro pueblo revolucionario es una sola, unida y fuerte familia…”
El nombre de Luis Ramírez López figura en la lista de los cubanos caídos en el cumplimiento del sagrado deber de la defensa de la Patria, su ejemplo se multiplica en los miles de hombres y mujeres, que como él, están dispuestos a mantener la seguridad de nuestras fronteras.