El ejemplo de la UBPC Eliomar Noa

Unidad Básica de Producción Agropecuaria Eliomar Noa, del municipio guantanamero de ImíasGuantánamo.- Satisfacción, es el sentimiento que por estos días anida en los pechos de los 35 trabajadores, entre ellos tres mujeres, de la Unidad Básica de Producción Agropecuaria Eliomar Noa, del municipio guantanamero de Imías.

Su UBPC es una de las dos fincas premiadas por la Agencia de Medio Ambiente (AMA) por cumplir con lo establecido en la Resolución 6/2017 de esa entidad del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente para el reconocimiento de áreas bajo manejo sostenible.

Por vez primera en Cuba se recompensa la producción agrícola en áreas amenazadas por procesos de desertificación y sequía. La otra enaltecida es la finca Tierra Brava, de Los Palacios, en Pinar del Río, también auxiliada por la AMA a través de su Programa de Asociación de País en apoyo al programa nacional de lucha contra esos flagelos.

“Es el reconocimiento al trabajo realizado durante todos estos años en las condiciones de aquí, de Los Cerezos”, explica Antonio Pineda Labañino, el administrador de la Eliomar Noa.

Está en lo cierto. La entidad tiene sus 1 772 hectáreas en la franja costera sur de Guantánamo, el semi-desierto cubano por la aridez de sus suelos y la escasez de lluvia que la caracterizan.

“Aquí llueven entre 400 y 600 milímetros al año, básicamente en septiembre y octubre, mientras la temperatura promedio es de 26 ºC”, confirma el ingeniero Teudis Limeres Jiménez, jefe del Departamento de Suelos, en la delegación provincial del Ministerio de la Agricultura.

La degradación de los suelos, la vegetación xerofítica y las aguas se aceleró en el lugar con la creación hace varios años de una granja para la cría extensiva de ganado vacuno. Los recursos naturales muy pronto no soportaron la excesiva carga animal y lo que pareció la fuente de empleo para la gente de Los Cerezos comenzó a atentar contra sus ingresos.

Campesino de la UBPC Eliomar Noa, en Imías, Guantánamo“En muchas ocasiones los obreros agrícolas llegamos a ganar apenas 250 pesos al mes”, recuerda Silverio Cueto Azahares, mientras retoma el aliento.
Cueto y otros trabajadores hacen la chapea manual de un campo con matas de mango en crecimiento en donde hay intercalados sembradíos de frijoles, un método aprendido y utilizado para obtener cosechas y ganancias, desde la aplicación allí de los proyectos encaminados a la conservación de suelos y el manejo sostenible de las tierras, los bosques y el agua.

Pineda, el administrador, cuenta que en 2009 llegaron expertos del CITMA y la Agricultura para hacer el diagnóstico de la situación, proponer las medidas adecuadas e implementarlas con financiamiento del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

La entonces granja pecuaria se convirtió en área de intervención tanto del Programa de Asociación de País, que ejerce sus acciones en sitios con serias señales de degradación de los terrenos, como del Programa Operativo 15 (OP-15), cuyo fin es frenar los procesos a la desertificación y la sequía en Cuba, la República Popular China, Namibia y Burkina Faso.                                                                                 

“Entonces se adoptaron 120 medidas encaminadas a la conservación de los suelos, los bosques y el recurso hídrico”, señala el ingeniero Limeres.

Un paso decisivo se dio en 2013 con la transformación de la granja en una UBPC agroforestal. Hubo rechazo al cambio, lo reconocen Pineda y Silverio. Estaban acostumbrados a montar a caballo, arrear reses y dar candela a los escasos pastizales para confiar su regeneración a la naturaleza. En lo adelante compartirían su jornada laboral entre la silvicultura, el cultivo de viandas, hortalizas, granos, frutales y forraje, y la cría de ganado en menor escala.

La paciencia de sus asesores y los resultados productivos, sinónimos de mejores ingresos, venció la reticencia inicial y el manejo sostenible de las tierras se convirtió en su razón de ser.

El cambio

EIngeniero Teudis Limeres Jiménez l ingeniero Teudis Limeres Jiménez afirma que la capacitación de los trabajadores de la UBPC Eliomar Noa y de los vecinos de Los Cerezos en el manejo sostenible de los recursos naturales del entorno ha sido esencial en la transformación.I

“Sin su contribución era imposible lograr la puesta en práctica de las medidas acordadas tras el diagnóstico”, subraya.

Asegura que en este momento más de la mitad de las providencias están implantadas por el quehacer del colectivo laboral de la entidad, con el apoyo de sus familiares y hasta de las niños y niños de la escuelita primaria, organizados en un círculo de interés para promover el uso inteligente y razonable de la naturaleza.

Como ejemplo del empleo eficaz de la ciencia y la técnica, Limeres señala la aplicación de materia orgánica producida en la propia UBPC para multiplicar las propiedades de retención de la humedad en el terreno altamente mineralizado, para el beneficio para los cultivos.           

Otra acción puesta en práctica es la corrección de cárcavas y la creación de barreras muertas en cañadas para evitar la erosión en las montañas de la Sierra del Imías que
forman parte del patrimonio de la Eliomar Noa.          

“He aprendido demasiado”, hiperboliza Silverio Cueto Azahares y, en ese sentido, explica que se ha convertido en un experto en la construcción de los parapetos en las quebradas y otros sitios vulnerables para impedir que cuando llueva el agua arrastre la escasa capa vegetal existente en las lomas, algo necesario para la supervivencia de la floresta.

Declara igualmente que la faena es acompañada con la reforestación utilizando especies como el guayacán, de lento crecimiento, pero resistente a las duras condiciones del lugar.

Precisamente el pago que por las actividades silvícolas hacen el Fondo de Desarrollo Forestal (FONADEF) y el Programa de Mejoramiento y Conservación de Suelos, ambos del Ministerio de la Agricultura, constituyen la principal fuente de ingresos de la UBPC.

Cueto refiere además que varios trabajadores integran la brigada contra-incendios forestales, dotada con los medios necesarios. Afirma que por la conciencia adquirida en los últimos cinco años no se ha reportado ninguna candela en el monte.El ejemplo de la UBPC Eliomar Noa

“Aquí tenemos sembrado espinacas, cebolla, tomate, cilantro, habichuela, bonito, plátano y guayaba”, asegura Oneivis Perdomo Matos, la joven obrera del huerto intensivo, cuando ejemplifica sobre la diversificación de las producciones, una medida que no solo da alimentos y ganancias sino además contribuye a combatir el cambio climático.

Importante para el éxito es la notable mejora del pago a los obreros.

“Sin vinculación, el salario promedio oscila entre 600 y 700 pesos, cuando hay, por las labores silvícolas, generalmente es el doble y hay quien llega casi a los 2000”, atestigua Pineda, el administrador.

Por todas esas razones, labor rehabilitadora en la UBPC Eliomar Noa, ha sido elogiada por expertos de Agencia de Medio Ambiente y del Consejo Científico del Instituto de Suelos.

 

                                                            

                                                                                      

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *