El debate público de la nación: un ejercicio en constante evolución

Guantánamo (Redacción Solvisión) El diálogo diáfano de la ciudadanía con sus gobernanzas es una premisa esencial para el desarrollo armónico de una sociedad. 

En función de continuar potenciando ese clima de intercambio entre el pueblo y sus representantes, se inició recientemente, en todo el país, el tercer proceso de rendición de cuenta del delegado a sus electores, correspondiente al décimo sexto mandato de las Asambleas Mu­ni­cipales del Poder Popular.

Estas sesiones constituyen un ejercicio de análisis y reflexión respecto a las necesidades y demandas de la comunidad, los problemas que la afectan, así como un espacio de (auto)crítica a la gestión de soluciones que realizan los delegados en sus respectivas ju­ris­dic­ciones.

Más de 66 600 reuniones de este tipo se desarrollarán en toda Cuba hasta el próximo 30 de diciembre, donde el acto sencillo de levantar la mano representará la voluntad consciente y explícita de los conciudadanos de opinar, criticar o indagar sobre su entorno inmediato y las perspectivas de desarrollo del mismo. En este sentido, se instituyen como plataformas de discusión y debate pú­blico, y sobre todo, una brújula que marca el rumbo y velocidad de cambios y del pensamiento social de la nación.

Esta vez, el proceso acaece en el contexto de conmemoraciones por el aniversario 40 de los órganos del Poder Popular y muy cercano a las elecciones generales del próximo año.

En consonancia con el concepto que se defiende —relativo al empoderamiento de los ciudadanos, especialmente de las nuevas generaciones, en los espacios de participación social— nuevamente se incorporarán al proceso como activistas, jóvenes y estudiantes de la educación superior y preuniversitaria. Su presencia allí no solo les aportará ma­yores conocimientos sobre nuestro sistema político e institucional, sino que les permitirá aportar ideas y evaluar, desde la práctica, uno de los elementos singulares de la de­mocracia en Cuba: la rendición de cuenta del delegado a sus electores.

La preparación previa de los representantes del pueblo, guiada por las direcciones de las asambleas municipales, es uno de los factores que debe tributar al éxito del proceso. No obstante, el trabajo constante y consecuente del delegado no completa su sentido y se convierte en soluciones y satisfacciones, sin la pertinente y consabida intervención de las instituciones que tienen parte en los problemas planteados, y de los propios electores, pues la comunidad, unida, tiene la ma­yor fuerza.

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