Guantánamo.- Fue el 1981 que la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) decidió celebrar cada 16 de octubre el Día Mundial de la Alimentación. Este año el lema que preside las actividades por la efemérides es “El clima está cambiando. La alimentación y la agricultura también”.
A 37 años de aquella decisión, el hambre, la desnutrición y la pobreza constituyen todavía una amenaza para la existencia de millones de seres humanos en el planeta, por eso la FAO vuelve a enfatizar en la necesidad de que los sistemas agrícolas y alimentarios se adapten al nuevo contexto que trae el cambio climático y considera prioritario incrementar la productividad y la sostenibilidad a fin de poder satisfacer las necesidades alimentarias de la población mundial en las próximas décadas.
En el momento actual se necesitan recursos para alimentar a alrededor de mil millones de personas hambrientas. La mayoría vive en países en vías de desarrollo.
De acuerdo con datos de datos de Naciones Unidas, casi la mitad de la población mundial se dedica total o parcialmente a la agricultura, localizándose las mayores cantidades en África, Asia y América del Sur, pero el hambre no se deriva de la producción de alimentos, sino de la desigual distribución de ese recurso básico. Otras cifras oficiales reflejan que lo cosechado, por ejemplo, en 2008 fue suficiente para garantizar la comida de 9 000 millones de personas.
En Latinoamérica, Cuba es uno de los países con los más bajos índices de malnutrición y con mayor seguridad alimentaria. Cada día se incrementan los programas de beneficio para todos los ciudadanos del país, sobre todo los niños.
Entre ellos podría mencionarse el de Agricultura Urbana y Suburbana que trata de hacer de cada pedazo de tierra cultivable una zona productiva para incrementar la producción de alimentos y satisfacer la demanda de la población local.
Está constituido por organopónicos, huertos intensivos, patios y parcelas familiares y fincas suburbanas con participación de la comunidad y la ventaja de acercar los productos al consumidor y abarca la producción de alimentos, plantas medicinales, ornamentales y flores, la forestación y otras actividades agrícolas dentro del área de las ciudades y poblados y su periferia inmediata.
La población mundial crece de manera constante y se espera que llegue a 9 600 millones de personas en 2050. Para cubrir una demanda tan grande, los sistemas agrícolas y alimentarios tendrán que adaptarse a los efectos adversos del cambio climático y hacerse más resilientes, productivos y sostenibles. Es la única manera de que podamos garantizar el bienestar de los ecosistemas y de la población rural y reducir las emisiones.
Cultivar alimentos de manera sostenible significa adoptar prácticas que producen más con menos en la misma superficie de la tierra y usar los recursos naturales de forma juiciosa. Significa también reducir la pérdida de alimentos antes de la fase del producto final o venta al por menor a través de una serie de iniciativas, que incluyen una mejor recolección, almacenamiento, embalaje, transporte, infraestructuras y mecanismos de mercado, así como marcos institucionales y legales.
Tengamos presente que la voluntad de unos pocos no resolvería el problema de la alimentación a escala mundial, se precisa de la voluntad de los poderosos, que dejen de invertir en guerras para hacer frente a un flagelo que agobia a una gran parte de la población en el planeta: la hambruna.