“El canto del hombre nuevo”

Guantánamo. “Ya vendrán los revolucionarios que entonen el canto del hombre nuevo con la auténtica voz del pueblo”… Así reflexionaba el Ché Guevara a inicios de la Revolución cubana, en sus notas a Carlos Quijano, del Semanario “Marcha” de Montevideo, Uruguay.

La prédica guevariana revelaba la importancia de un instrumento de índole moral para movilizar a las masas, sobre todo en momentos de peligro extremo, cuando es fácil potenciar esos estímulos.

El Guerrillero Heroico habló de la necesidad de desarrollar una conciencia en la que los valores preponderaran, en una sociedad llamada a ser una gigantesca escuela.

Acotaba que en el caso cubano la educación directa adquiere una importancia mucho mayor, pues la explicación del proceso, cuando es verdadera, cuando no precisa de subterfugios, es convincente.

Explicaba entonces, que esa educación directa se ejerce a través del aparato educativo estatal en función de la cultura general, técnica e ideológica por medio de organismos como el Ministerio de Educación y el aparato de divulgación del Partido.

Las observaciones del Ché nunca negaron que el Estado no se equivocara en un proceso totalmente nuevo, pero que de esas experiencias extraería fórmulas con las cuales llevara a vía de hecho la última y más importante ambición revolucionaria que es ver al hombre liberado de su enajenación.

Aseguraba que en el Socialismo, a pesar de su aparente estandarización, el hombre es más completo; y su posibilidad de expresarse y hacerse sentir en el aparato social es infinitamente mayor.

¡Cuántas razones hacían al Ché escribir semejantes notas! Ya avizoraba el futuro sin ver aún que la globalización neoliberal absorbiera las más elementales costumbres autóctonas de los pueblos, e impusiera seudovalores propios del decadente capitalismo, como él mismo expresara.

En los tiempos que corren los guantanameros, como todos los cubanos reafirman que solo la cultura puede preservar los verdaderos valores del ser humano y que ésta, en un país como Cuba, es lo primero que hay que salvar, como expresara el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, sentencia que ha librado a su pueblo de no perecer en manos del imperio, obsesionado por muchísimo tiempo en someter a la Isla.

Es cierto también que cada vez es preciso acentuar más la participación consciente, individual y colectiva del individuo, en todos los mecanismos de dirección y de producción del país, y vincularlo a la idea de la necesidad de la educación técnica e ideológica, de manera que advierta cómo estos procesos son estrechamente interdependientes y sus avances son paralelos. Solo así logrará consciencia de su ser social, que es lo mismo que su realización plena como ser humano, desencadenado de la enajenación.

Con ese fin se realizan procesos en los cuales el pueblo tiene cada vez más posibilidad de intervenir y transformar realidades, a partir de criterios y fórmulas emanadas del conocimiento de las masas. Hoy, por solo citar un ejemplo, se desarrolla el proceso eleccionario y entre los logros de la cultura general integral que alcanzan las masas, está la calidad con que el pueblo ha nominado a sus representantes.

Si bien es cierto que la cultura de los cubanos es una amalgama de sincretismo legada por generaciones, en Guantánamo puede hablarse de Juana Pérez, quien primero bordó una bandera nacional para que su esposo, el prócer Pedro Agustín Pérez, entregara a José Martí, puede decirse de intelectuales que desde su aldea crearan para el mundo, como Regino Boti; de músicos como Rafael Inciarte…

Esta es tierra de ritmos primitivos como el Changüí, el Nengón y el Kiribá, de fuertes tradiciones en los cultivos de café, caña, cacao. También de eventos que distinguen en toda la cultura nacional como el de la Canción Política, el de Literatura y Artes Plásticas Regino E. Boti, y el más reciente, Chocolate con café, entre otros.

Cientos de instituciones culturales y educacionales se cuentan hoy en el territorio más oriental del país, suman miles los profesionales con categorías científicas y docentes, que incluso han aportado sus esfuerzos en otros países, y aún no hay complacencia.

Cada jornada por el Día de la Cultura cubana hace ver que lo logrado es poco,  pues mientras más culto llega a ser el hombre, es a su vez más libre y más recia su garganta para entonar el canto del hombre nuevo.

 

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