A la ONU le urge pasar de los llamados y las reuniones a soluciones prácticas que hagan cumplir su responsabilidad de garantizar la paz y la vida en el planeta, y asegurar que, para los niños, todos los días sean para ellos
El Día Universal del Niño se celebra cada 20 de noviembre, fecha en la que la Organización de las Naciones Unidas aprobó la Declaración de los Derechos del Niño, en 1959.
Lo paradójico es que esa misma entidad, que proclamó la efeméride, se ha revelado incapaz de exigir un alto al fuego genocida en Gaza, para que no sigan muriendo, entre tantos inocentes, miles de niños.
Aunque la muerte puso reino en Palestina, el luto y la indignación debieran tener dimensión global. ¿Qué celebrar, cuando cada día suman vidas apagadas bajo los escombros de las edificaciones bombardeadas por los israelíes? Según cifras, de los 11 000 asesinados, unos 5 000 son infantes.
Tampoco puede haber celebración si se piensa un instante en lo que pasan grandes cantidades de menores en África, donde cada año mueren millones por hambre y enfermedades. Allí también se apagan las sonrisas de quienes nunca llegaron a tener un juguete, un lápiz o una libreta, porque antes que así fuera, les llegó la muerte provocada por las guerras, o por el hambre, la insalubridad y las enfermedades. De esas causas ningún niño es responsable.
Pasan años y más años, y en los países más empobrecidos de África el promedio de menores desnutridos supera los seis millones, situación que tiene en peligro la vida de más de 900 000 de ellos, según datos del Fondo de la ONU para la Infancia (Unicef).
En África Occidental y Central, es grave la situación de los pequeños en el primer año de vida, ya que solo el 21 % de aquellos entre seis y 23 meses de edad, de nueve países, recibe el mínimo de alimentos para crecer adecuadamente.
Otro tanto sucede en el cercano Haití, donde tres millones de menores necesitan ayuda humanitaria urgente, además de que son víctimas de los niveles alarmantes de violencia.
En ese país, la desnutrición aguda grave en niños y niñas aumentó en un 30 %, en comparación con el año 2022.
El Fondo de la ONU para la Infancia (Unicef) confirmó un preocupante ascenso en el número de secuestros de mujeres y niños en Haití. Según datos recientes, durante los primeros seis meses de 2023 se produjeron cerca de 300 raptos, una cifra que iguala el registro del año pasado, y casi triplica los de 2021.
A la ONU le urge pasar de los llamados y las reuniones a soluciones prácticas que hagan cumplir su responsabilidad de garantizar la paz y la vida en el planeta, y asegurar que, para los niños, todos los días sean para ellos.
Hoy no es fecha de regocijo, sino de sacudir la vergüenza, de proclamar un ¡basta ya! ante todos los horrores que niegan a los infantes el derecho a sonreír, a soñar y a vivir.
Tomado de Granma