Por: Dairon Martínez Tejeda
Muestras fotográficas, fragmentos de piezas coreográficas, así como promocionales de la vida y obra de artistas locales y nacionales a través de las redes sociales, destacan entre las propuestas organizadas por las compañías danzarias de Guantánamo, para contribuir a la recreación de los públicos en medio del actual período veraniego, marcado por el azote de la COVID-19.
Basados en la experiencia acumulada tras más de un año en pandemia, los colectivos de Danza Fragmentada, Danza Libre, Ballet Folclórico Babul y el proyecto La Médula de Cuba han convertido en escenario de creación los perfiles institucionales de Facebook y Youtube, en los cuales invitan a repasar las iniciativas gestadas durante el aislamiento, a la vez que revisitan obras emblemáticas del repertorio profesional de la manifestación.
Entre las opciones de estos días llama la atención, por la confluencia de expresiones del arte más allá del baile, el Espacio Interior Virtual #EnVerano, de Fragmentada, donde es posible disfrutar de la más reciente colección de fotografías Declaraciones, exhibida en el Salón de Artes Plásticas y Literatura Regino Eladio Boti 2021, a cargo de los artistas de la plástica Eliardo del Toro y Frank Emilio Pérez Garrido.
Introspectiva es otra de las muestras disponibles para los internautas, en la que los bailarines de la compañía fundada por el maestro Ladislao Navarro nos muestran el trabajo experimental desde el aprovechamiento de los espacios hogareños en el confinamiento. De esa etapa surgieron obras como Hermandad, donde los danzantes Leticia Martínez Salazar y Felipe Adriano Catalá Balón, con la música de Josué Oliva, reverencian el poema del mismo nombre del bardo guantanamero Regino Eladio Boti.
Por su parte, Danza Libre se propuso desarrollar jornadas en las que la Escena Virtual ha estado matizada por la presencia de invitados de lujo, todos los viernes de julio. Así desfilaron por las redes, bailarines como Adrián Núñez Delgado, de Danza Contemporánea de Cuba, y Yandro Calderón Martínez, primer bailarín del Conjunto Folklórico Nacional, de quienes se socializaron elementos biográficos y piezas coreográficas en audiovisual.
Además, en alianza con el Consejo provincial de las Artes Escénicas, y en aras de tributar al rescate de la memoria danzaria con obras clásicas del repertorio grupal, el conjunto compartió coreografías que dan fe de ese sello particular, tras 30 años de labor: Lorca: un último poema, del coreógrafo Alfredo Velázquez; Diana Tata Tandiles, de la autoría de Elio Oreste Reina Figueredo, y Mi rastro, sin rostro, de Dayme del Toro.
El Ballet Folklórico Babul, La Magia del Caribe, no se quedó atrás, pues en este período en su afán por seguir haciendo historia, hizo vibrar a ritmo de tambor y tradición el ciberespacio, con fragmentos de Ébano, última producción de la compañía bajo el mando del maestro Ernesto Llewellyn, en la que convida a abrazar entre cantos y danzas la historia del Caribe y la madre tierra africana.
Julio casi concluye, y los bailarines guantanameros, como muchos otros artistas locales, siguen demostrando su necesidad impostergable de crear. Para algunos, incluso, se han abierto puertas a la promoción nacional e internacional de experiencias creativas, es el caso de los integrantes de Médula, pero también de la joven intérprete Yeineris Ramírez Ramírez, participante del 25 Festival Habana Vieja: ciudad en movimiento.
En cualquier caso, lo importante es que, tanto los profesionales, como los educandos de la Escuela Territorial Alfredo Velázquez, junto a los profesores de dicha institución, han sabido ganarle terreno al inmovilismo y la fatiga pandémica. La apuesta ahora es dominar lenguajes, técnicas y estilos más afines a la nueva normalidad, para continuar cumpliendo la vocación de servicio público que distingue a los artistas cubanos.
Fuente: Venceremos
