Cuba toma vuelo en los cines del mundo

Guantánamo (Redacción Solvisión) Tras un tiempo de olvidos y desmemorias en los circuitos internacionales, en los últimos años el cine cubano dejó de ser solo un suceso de las salas locales y comenzó a tomar vuelo en festivales de todo el orbe.

Este 2015 vino a ser la confirmación de esta “buena época” que no es casual y lleva detrás los desvelos de centros de formación como la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, de la Universidad de las Artes y también debe mucho a un escenario de mayor apertura de Cuba para el mundo.

Ahora, el nombre de este país figura en la nómina de varios premios de prestigio como los Goya: el largometraje Vestido de Novia, de Marilyn Solaya, compite en la categoría de Mejor película iberoamericana junto a El clan, del argentino Pablo Trapero; La once, de la chilena Maite Alberdi y Magallanes, del peruano Salvador del Solar.

Asimismo, el filme Meñique -el primero hecho en 3D en Cuba-, dirigido por Ernesto Padrón, figura en la categoría de animación.  Mientras unos aspiran a engrosar su hoja de ruta, otros al finalizar este año ya cuentan con una vitrina de trofeos y un largo camino recorrido. Conducta, de Ernesto Daranas, se convirtió en 2015 en una de las cintas más premiadas de la cinematografía local. 

El Festival de Málaga le entregó la Biznaga de Plata al mejor largometraje en la sección Territorio Latinoamericano, el lauro a la mejor dirección, el premio del público y el de la mejor actriz a Alina Rodríguez. Mientras, en el Havana Film Festival de New York, ganó el Havana Star Prize dos galardones: uno, a la mejor película y otro, a la mejor actriz.

Daranas también obtuvo el lauro mexicano Ariel a la mejor película iberoamericana; el Oro Precolombino de Bogotá; el Goya a la mejor producción iberoamericana; el reconocimiento al mejor guión en el Festival Internacional de Cine de Brasilia y la preferencia del público en Lima, entre otros.

En la prestigiosa cita de Gramado (Brasil), una de las más antiguas de América, la cinta cubana de producción independiente Venecia, de Enrique Álvarez, alcanzó el premio principal tras obtener credenciales además en los apartados de actuación, dirección y fotografía.

Otras de las más premiadas en el circuito internacional fue La Obra del Siglo, que visitó -muchas veces con lauros incluidos- el festival de Rotterdam, el de Lima, Trinidad-Tobago, San Sebastián.

CUBA VISTA DESDE OTRA LENTE

Acostumbrada ya a ser vista desde el lente, la isla reapareció en 2015 ante varios cineastas foráneos, que encontraron aquí un rico universo para recrear sus historias.

Precisamente, el recién concluido Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano incluyó el apartado Filmado en Cuba para mostrar cinco producciones allende los mares, pero ancladas en el territorio.

Confluyeron en esa selección tres largometrajes de ficción y un corto, además de un documental, todos fuera de concurso.

Traerlas de vuelta tuvo sus ventajas, incluida la premier mundial de Papa, el primer rodaje de una película estadounidense en este país en los últimos 60 años.

Esta producción, que también incorporó a Cuba y Canadá, recrea los últimos años del Nobel de Literatura Ernest Hemingway en La Habana: una empresa imposible, según su director Bob Yari, de no haber contado con las locaciones originales asociadas a la vida del célebre escritor.

Otra de las filmadas en Cuba fue la irlandesa Viva, que narra la historia de un joven cubano en la lucha por encontrar su identidad y en conflicto con su padre alcohólico recién salido de la prisión.

Esta cinta rodada en español fue seleccionada por esa nación europea para representarla en la categoría de película de habla no inglesa de los Oscar.

También Cuba estuvo bajo el prisma de la cadena televisiva HBO que, por primera vez en la historia del festival de cine de La Habana, proyectó una selección de documentales en calidad de premier como parte de la programación de esa cita.

Entre los materiales exhibidos estaba Mariela Castro’s March: Cuba’s LGBT Revolution, de Jon Alpert, y The Class Divide, de Marc Levin.

Durante esos días (del 3 al 13 de diciembre) el mayor evento cubano de cine acogió la proyección de más de 400 películas, de ellas 341 latinoamericanas y 135 en concurso.

La gran ganadora fue la chilena El Club, de Pablo Larraín, mientras el premio de la popularidad recayó en la argentina El Clan, de Pablo Trapero, una de las más taquilleras en la historia de su país.

Aunque los cinéfilos cubanos esperan el evento para empaparse de lo más reciente de Latinoamérica y el mundo, los filmes locales siguen entre los de mayor preferencia del público que hace largas colas frente a las salas.

De hecho, El acompañante, de Pavel Giroud; y La cosa humana, de Gerardo Chijona, estuvieron entre las más votadas por los espectadores en el sondeo de la popularidad en el festival.

Ojalá esas recientes producciones, junto a otras como Café amargo, Espejuelos oscuros, Cuba Libre o Bailando con Margot también emprendan vuelo y sean material para más historias el próximo año.

*Periodista de la Redacción Cultura de Prensa Latina.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *