Cuba nos salvó la vida

 A través de la prensa, varios migrantes haitianos transmitieron su agradecimiento al Gobierno y pueblo cubanos. Foto: Juvenal Balán Maisí, Guantánamo.- Casi con las primeras lengüetas de Matthew inflándoles las velas a la embarcación donde viajaban, los 313 mi­grantes haitianos y cuatro dominicanos se vieron obligados a recalar en la zona de Boca de Jauco, un lugar cercano a Punta Caleta, por donde entró a Cuba el huracán.

Cuando arribaron, fueron conducidos al campamento habilitado en la Punta de Maisí, en el extremo más oriental de Cuba, y al em­peo­rar el tiempo por el inminente azote del meteoro, las autoridades decidieron ponerlos a buen resguardo y los trasladaron a un centro de evacuación para protegerles sus vidas.

Hasta el instituto politécnico agropecuario Alvaro Reinoso, cercano al poblado de La Má­qui­na, capital del municipio de Maisí, se llegó el equipo de Granma en aras de conocer, in situ, particularidades del cuidado que recibieron los 43 niños, 56 mujeres y 218 hombres que allí capearon el vendaval.

Nos auxilió Benisoi Joan Baforte, un haitiano que llegó a Cuba por amor, y siempre ayuda como traductor cuando sus compatriotas arriban a la Isla. Esta vez no fue diferente; enseguida acudió al llamado y nos sirvió de intérprete.

Ante todo, decirles que Benisoi (Bensuá pa­ra quienes escuchamos pronunciar su nom­bre) adora a Maisí, donde tiene dos hijos, y a la Isla Grande, por eso siempre está dispuesto «para lo que sea», dice así de rotundo.

Cuando ocurre algún arribo de sus coterráneos a tierra cubana, ahí está Benisoi porque él sabe que el Paso de los Vientos es una vía de la emigración de haitianos, dominicanos y ja­maicanos hacia los Estados Unidos.

Según relata, había venido varias veces a Cuba y decidió radicarse definitivamente en la Isla cuando Jean-Bertrand Aristide, primer presidente constitucional de Haití elegido democráticamente, fue derrocado en el 2004.

Ba­­jo una intensa lluvia, llegamos a la instalación, convertida en refugio seguro y, luego de las presentaciones de rutina, logramos entrevistar a algunos del grupo, en tránsito hacia los Estados Unidos, en busca de «un sueño americano» que la mayoría de las veces no encuentran.

«Cuba nos abrió los brazos y por eso estamos a salvo. No es la primera vez que nuestros coterráneos llegan a esta isla de gente bonita. La comida ha sido buena y nos tratan igual que a los cubanos resguardados aquí», manifestó Morin Mathéu, con palabras en inglés, francés, y un poquito de español que aprendió en sus estancias en República Dominicana, y en conversaciones con los médicos cubanos que prestan servicio en la patria de Toussaint-Louverture.

Cada uno relata a su manera lo acontecido en las terribles horas en el mar. Deris Christian, de 30 años de edad, refirió que el patrón del barco quiso llegar para arreglar las velas averiadas por los fuertes vientos y ante la cercanía del mal tiempo, decidió dejarnos en la costa. «¡Suerte que eran las costas de Cuba!» dijo con ojos brillosos.

«Uno siempre tiene la incertidumbre de qué encontrará en el país donde va y, aunque el destino final eran los Estados Unidos, aquí llevamos varios días y pasamos el ciclón. Hemos recibido buena atención médica y de otros tipos. Ahora pensamos en regresar porque nuestra familia no sabe de nosotros ni no­so­tros de ella. Jamás volveré a emprender un viaje de esa manera, aunque con el oficio de albañil uno no puede alimentar a la familia en Haití», refirió.

Job Joeph, 26 años, había zarpado con la se­guridad de que si algo ocurría cerca de Cuba es­taban a salvo, pues él ha leído mucho sobre la so­lidaridad de esta Isla y también conoció a «doctores cubanos que me dieron atención, igual que han hecho en este lugar. Cuando los fuertes vientos, estaban al tanto de nosotros, y ahora también. Aquí tenemos atención médica. A lo mejor hasta alguno de ellos estuvo en mi país».

Difícilmente alguno de los 317 migrantes hubiera salvado la vida si Matthew los agarra en el mar. Tal vez muchos de sus coterráneos ahora mismo estén camino a la búsqueda del «sueño americano»; quizá desconozcan que el país de esos sueños anunció, el 22 de septiembre pasado, que reanudaría por completo las deportaciones de haitianos indocumentados; mientras, Cuba solidaria sigue ahí, plantada en medio de la ruta entre el país más rico del mundo y uno de los más pobres.

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