Crónica de un lunes lluvioso

Lluvia ciudad GuantánamoGuantánamo.- Salgo bajo la incipiente llovizna del mediodía de este lunes que amenazaba en arreciar – y en efecto, así mismo fue-. Encuentro que en 5 puntos de venta de la agricultura urbana del barrio, no hay ni malanga ni calabaza… (productos esenciales  para la sopa que pretendía hacer para mi hijo que anda mal del estómago).

Empieza la premonitoria lluvia torrencial. Mi viejuca que quiere ir al Consultorio porque la doctora de la familia le dijo que hoy a las 2pm, el clínico iría. Ella que tenía que mostrarle el estudio de la tensión arterial que le hicimos por 10 días. “Mira que está lloviendo”.- le digo. Y ella: “si, que si va, tú verás… está escampando, yo cojo la sombrilla y voy…”

Entonces como ya no me quedan armas para convencerla, me cambio de ropa para acompañarla, porque como si fuera poco, ayer cuando iba a la misa dominical se le viró un pie y le duele, y cojea… Yo poniéndole hielo y casi obligándola a hacer reposo para ver si no tenemos que parar en el ortopédico. Sobre las 2:30 , la vecina María Victoria, viene de regreso del Consultorio y le dice que no hay nadie, que una enfermera dijo que  mañana…

¿Pero, cómo que mañana, no era hoy el día de la consulta?

La miro con un “te lo dije” silencioso, seguido de varios cuestionamientos porque a ver, si los pacientes citados llegaron con sombrillas, capas…. ¿Cómo es posible que los médicos no? En fin, un tema sobre el que nunca me cansaré de insistir y de cuestionar.

Pero, cuando parecía que mi día iba en picada, me llego hasta el punto de venta La Plaza perteneciente a la TRD, ubicado en la Plaza Pedro Agustín Pérez de la ciudad. Mi mente ofuscada y la matemática peorrrr….(mi hándicap de siempre, esta última). Pido 4 paquetes de detergentes “Fami”, dos de Piñata (¡qué mira que me gusta ese refresquito instantáneo de sabor Cóctel!), 4 jabones, salchichas,  picadillo y otras cosas que al final me armaron un lío tremendo en la cabeza tratando de sacar la cuenta de lo que debía pagar entre lo que tenía en moneda nacional y en peso convertible (CUC).

La dependienta, muy dulcemente me dijo: “A ver, tranquila, calmaa… yo la ayudo, mire…” Y sacó la calculadora y sumó, añadió, convirtió todo de un modo que hasta yo, que confieso soy muy mala en eso de los cálculos, entendí, pero más que eso, me fui con el regocijo de haber recibido la atención que todos merecemos, como debieron salir los pacientes citados con el Clínico del Consultorio Médico de la Familia # 19, perteneciente a la policlínica “Norte” Emilio Daudinot.

No obstante, regresé a casa con la sombrilla cerrada, con la esperanza de que la lluvia me refrescara porque es que aún no acabo de concebir cómo, específica y particularmente, en estos momentos que enfrentamos los cubanos, hayan choferes que se aprovechan para sacar beneficio del bolsillo de sus compatriotas, máxime cuando hay otros – también del sector privado- que aquí en Guantánamo, como en otras partes el país, les han dado “la botella” a su gente solo a cambio de esas merecidas “gracias.”

Es cierto que estamos ante una contingencia energética, de ahí las disposiciones, medidas y sobre todo el llamado a esa solidaridad que nos distingue. Por eso tampoco logro entender a esos productores que se escudan en la actual situación para desproveer a los vendedores particulares de los demandados productos agrícolas ante la necesaria rebaja de precios, porque como me dijo uno de los cuentapropistas del barrio: “ el problema es que ahora no le podemos pagar la malanga (por ejemplo) a cómo lo hacíamos antes porque nosotros tenemos que ajustarnos al tope de los precios, pero oiga, se lo digo yo,  incluso así ellos le sacan y le digo más, apuesto lo que sea a que si se le pagamos como antes, te la traen hasta aquí… lo que pasa es que….”

Lo que pasa es que falta vergüenza en algunos, dignidad, conciencia y hasta exigencia en quienes deben velar por el cumplimiento de las normativas. Estos son tiempos de no tolerar a los que solo piensan en engrosar los bolsillos sin importar el cómo, ni el dónde. Es momento de salirle al paso a los que no cumplen con sus deberes y obligaciones “porque está lloviendo”, de enfrentar a esa minoría -quiero pensar que es la minoría- que trasladan a los usuarios los sinsabores de la casa y de sus vidas, porque como bien dice mi vecina: “en esta vida todos tenemos problemas o preocupaciones.”

Contra ellos, los inescrupulosos tenemos que hacer causa común desde todas las trincheras posibles, porque este pueblo batalla unido para salir adelante, bajo una guía histórica que nos lidera por demás en una batalla por casi 60 años, contra un extenso, cruel y extraterritorial bloqueo por parte de la nación más poderosa del mundo, que sin embargo, no ha podido doblegarnos.

Mostremos, una vez más la talla de la que estamos hechos los cubanos.   

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