Guantánamo. – Era un joven de raza negra, la más desfavorecida en la Cuba de antes 1959, que vio ante sí una gama de oportunidades con el Triunfo de la Revolución el 1 de enero. Conrado Benítez García no lo pensó dos veces y se fue como como maestro voluntario a una escuela en las montañas de Sancti Spíritus, allí encontró la muerte en manos de aquellos que estaban en contra multiplicar el pan de la enseñanza.
Había nacido en Matanzas solo 18 años antes en el seno de una familia humilde. Tuvo que abandonar sus aspiraciones de estudiar y superarse desde muy niño para trabajar como limpiabotas y panadero para ayudar a la precaria economía hogareña.
La oportunidad de superarse y contribuir con los demás a conseguir sus metas, le llegó en los primeros meses de 1960 cuando el entonces Primer Ministro, Fidel Castro, hizo el llamado para formar el contingente de Maestros Voluntarios en la Escuela de Capacitación Pedagógica de Minas de Frío, para impartir clases en las montañas.
Quería estudiar Ingeniería Eléctrica, pero ante el llamado de erradicar el analfabetismo (las áreas urbanas contaban con un 11% de iletrados y las rurales un 47,1%) se incorporó al primer destacamento en Minas de Frío, en plena Sierra Maestra.
Una vez graduado se dirigió hacia la finca San Ambrosio en las montañas de Sancti Spíritus, donde alternaba las clases de 44 niños por el día y con otro número similar de adultos en las noches, haciendo frente a las condiciones adversas en que tenía que desempeñar su rol como maestro, el primero de la zona.
Allí construyó su escuela en un aserrío, clavó unas estacas y le puso tablas encima, para que sirvieran de asientos… lo más importante para él, era que todos los campesinos, incluyendo a los niños de la zona, aprendieran a leer y escribir.
Tímido, introvertido y muy respetuoso definían el carácter del joven que se ganó al mismo tiempo la estima de los lugareños.
Luego de unas cortas vacaciones, retorna a las lomas junto a su compañera Magaly Olmos López. Ambos llegan a la casa de Felo González, luego de que otro campesino de la zona, les advirtiera de la presencia de alzados en las cercanías. Ella decidió pasar la noche allí, pero Conrado decidió continuar la marcha, quería llegar donde sus alumnos con los libros de cuentos, colores y juguetes que les llevaba.
Pero al anochecer, ya en su destino, fue sorprendido por la banda de contrarrevolucionarios encabezada por Osvaldo Ramírez quienes lo golpearon, le ataron las manos a la espalda y llevaron en una extensa y tortuosa marcha hasta Las Tinajitas, en San Ambrosio, Trinidad. Allí, el 5 de enero de 1961 fue asesinado, junto a Heliodoro Rodríguez Linares, Luis Conesa, Antonio Navas, El Currito, y a otro campesino no identificado.
Las únicas armas que portaba eran sus pertenencias personales, libros y regalos para sus alumnos…
El vil hecho levantó una ola de indignación que se manifestó inmediatamente en la disposición de miles de jóvenes a partir de inmediato hacia los llanos y las montañas de Cuba, organizados en las Brigadas “Conrado Benítez”, constituidas en honor del maestro asesinado, para irradiar el pan de la enseñanza.
El 28 de enero de 1961, cuando líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, convocó a la histórica Campaña Nacional de Alfabetización manifestó: “¡Ese maestro después de muerto, seguirá siendo maestro! ¡El pueblo nunca lo olvidará!”.