No lo decimos nosotros, lo dice la historia: cuando el pueblo cubano, haciendo uso de su voluntad y su entereza, emprende una meta, no ceja en el empeño hasta cumplirla.
Como el corazón es el motor que nos impulsa, y el amor a esta cubana tierra nos aviva la fuerza y nos enciende la creatividad y el talento necesarios para edificar nuestros sueños, no se ha erigido aún el obstáculo capaz de frenar la avalancha que detona la unidad.
Por eso pueden creerlo los incrédulos, pueden ahorrarse sus valoraciones pesimistas los malintencionados, y recoger su circo los pagados desde el norte para montar la obra teatral del fin de la Revolución; si decimos que «vamos con todo», es porque ciertamente tenemos la más plena convicción de hacerlo.
Los motivos nos sobran, bien los definió el Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en su cuenta en Twitter: «Si se trata de Cuba, de su bienestar, de su lucha por la vida, de su futuro y el de todos sus hijos, vamos con todo».
Y sí, al frente, impetuosa, firme en sus ideales, capaz y digna, va la juventud. También de su iniciativa y de sus ganas de hacer por Cuba todo lo necesario, depende el éxito de esta frase que nació de esas nuevas generaciones, y que ahora acuñamos como país, con la disposición irreversible de plantarle cara a los tiempos adversos, al odio enemigo que nos acecha, a las cicatrices pandémicas.
Nuestra muralla se abre al corazón del amigo, al que con sincera solidaridad se dispone a ayudar. Se cierra a quienes, de manera hipócrita, claman SOS Cuba, con el puñal en alto para clavarlo en la espalda de los que abrazamos el empeño de seguir adelante, de crear, de vencer.
Tenemos retos inmensos ante nuestros ojos, pero ninguno nos sobrepasa. El camino recorrido hasta aquí nos enseñó que a las estrellas no se sube por caminos llanos, y que nuestro sol tiene manchas, pero también una luz inmensa y sobrecogedora que envuelve con calidez la cotidianidad de esta Isla heroica.
Absurdas campañas mediáticas y burdas manipulaciones de la realidad que vivimos no alcanzan para desmotivar a este pueblo. Todos esos esfuerzos huelen desde lejos a fracaso, porque los pueblos erigen sus decisiones sobre la base de la historia vivida, de aquello a lo que por convicción jamás renuncian, y tenemos ambas cosas de sobra.
Vamos con todo, sí, y vamos unidos, porque esa es nuestra mayor fortaleza. Los que esperan vernos detenidos y cansados es posible que terminen justo así, porque eso, en la Patria de Martí, de Fidel, de Raúl, en tierra de intrépidos mambises y dignos rebeldes, es sencillamente imposible.
Fuente: Granma