
Grandes superficies cubiertas de polvo del Sahara, en un fenómeno atmosférico llamado calima, dominan hoy el ambiente en España, donde pueden llegar lluvias de la borrasca Celia.
La calidad del aire se hizo pésima desde ayer al combinarse dos escenarios que no coinciden con mucha frecuencia, la calima, un inusitado ingreso a territorio español de polvo en suspensión procedente del desierto del Sahara, y la borrasca.
Además de la densidad del clima, con temperaturas no demasiado bajas, pero una contaminación del aire notable, Madrid, que presume de ser una ciudad bastante pulcra, está dominada por capas terracota del polvo procedente del norte de África.
Otras urbes del país ibérico han visto cómo la blancura de la nieve termina mezclándose con las partículas del Sahara, creando una extraña sensación entre los amantes de los deportes invernales.
Precedido por intensas lluvias y vientos el pasado lunes, la calima cubre campos, calles, automóviles, edificios, estaciones y paradas del transporte público y monumentos en la capital Madrid y otras regiones de España.
Un problema que según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), se complica con la borrasca Celia que trae en algunos lugares las llamadas “lluvias de barro” en buena parte de la península y las islas Baleares.
Según la Aemet, este miércoles el tiempo seguirá condicionado por la borrasca Celia, que dejará precipitaciones persistentes en el área mediterránea peninsular, a lo que se sumará la entrada de un nuevo frente atlántico por el noroeste peninsular, con más lluvias y calima.
Entre las medidas de protección orientadas a la población destacan los llamados a usar permanentemente mascarillas, de ser posible gafas, y mantener cerradas puertas y ventanas en casas y apartamentos.
Sin embargo, transitar hoy por las calles de España supone recibir en ropas y zapatos el impacto del polvillo y expandirlo al ingresar en locales cerrados. Además, la visibilidad es muy reducida como si se tratase de una espesa neblina de color naranja.
Fuente: Prensa Latina