El toponímico de Baracoa es de origen aruaco y significa existencia del mar (de bara: mar y coa, sufijo de existencia). Hoy, muchos la llaman la Ciudad Paisaje, la Ciudad de las Lluvias, la Ciudad de las Montañas y la Ciudad de las Aguas.
Su naturaleza, envuelta de macizos montañosos -adornados por una vigorosa vegetación de bosques vírgenes, pletóricos de flora y fauna endémicas, con ríos cristalinos y playas rodeadas de uvas de caletas, almendros y cocoteros- la hacen poseedora de un sello distintivo, en comparación con el resto del país.
El primer impactado fue Cristóbal Colón, el 27 de noviembre de 1492, cuando escribió en su diario de navegación: “… la más hermosa cosa del mundo… andando por ella fue cosa maravillosa ver las arboledas y frescuras, y el agua clarísima, y las aves y amenidad, que dice que le parecía que no quisiera salir de allí”.
El municipio de Baracoa, en la provincia de Guantánamo (extremo oriental del país) limita por el norte con el océano Atlántico; por el sur con los poblados de Imías y Maisí; y por el oeste con el municipio holguinero de Moa. Posee una extensión de 97 mil 600 hectáreas y una población de 81 mil 755 habitantes.
La zona urbana tiene una población de 41 mil 17 habitantes y la rural de 40 mil 738 habitantes; el promedio de edad es de 28 años y la esperanza de vida ronda los 73,3 años.
Estudios sobre el territorio plantean que el relieve es predominantemente montañoso (95%) y el restante está formado por una estrecha llanura costera y zonas bajas e inundables, asociadas a los valles de numerosos ríos.
Las montañas se clasifican como bajas y medias, y por la singular disección vertical que poseen se nombran cuchillas. Entre esas peculiares formas de relieve destacan las Cuchillas del Toa (Reserva de la Biosfera aprobada por Unesco) y las Cuchillas de Baracoa. Hoy, en el sector baracoense del Parque Nacional Alejandro de Humboldt, Patrimonio de la Humanidad, se concentra la mayor biodiversidad de Cuba y del Caribe.
En el siglo XIX, la Ciudad Primada era conocida como El orinal del cielo y, en el XX, El orinal de Cuba. Esos calificativos se hicieron famosos por las constantes lluvias. El promedio anual de precipitaciones oscila entre los tres mil milímetros en las montañas y los mil 800 milímetros en el llano.
Según los estudios, estas presentan una característica diferente al resto del país, por razones de un efecto orográfico fuerte y la cercanía -en invierno- del anticiclón del Atlántico, que permite el establecimiento de los vientos alisios y la caída de fuertes lluvias.
El geógrafo Ricardo Suárez, en su trabajo Breve caracterización físico-geográfico de Baracoa, informa que los meses más lluviosos son los de octubre, noviembre, diciembre y enero. La temperatura promedio es de 23,5 grados celsio y la humedad relativa del 81,5%.
La geología del territorio es interesante por las formaciones asociadas a los macizos de rocas ultra básicas y las formaciones calizas escalonadas, entre otras diversidades. Un elemento peculiar de Baracoa, y único en Cuba, lo constituye El Tibaracón.
Así lo describió el doctor Antonio Núñez Jiménez: “Hacia estribor admiramos el Tibaracón del río Macaguanigua, cuya barra sigue todo el semicírculo de la concha de la bahía hasta desembocar al sudeste, uno de los pocos casos en que una barra margina en forma de arco la bahía donde desagua la corriente fluvial.
Los expertos dicen que la región tiene una gran diversidad de vegetación, tanto fisonómica como ecológica; en ella abundan los bosques, matorrales, herbazales, complejos de vegetación y vegetación secundaria, localizados desde las zonas montañosas hasta las costas.
Baracoa es llamada también La Capital de la Madera, del Coco, y del Cacao, porque acumula las principales y mayores reservas de esos rubros en el país. Posee una importante red hidrográfica, condicionada por las características climáticas y el relieve.
Son varios los ríos importantes y centenares de arroyos -de cursos cortos y rápidos. Entre los más significativos sobresalen Yumurí, Duaba, Miel, Macaguanigua, Quiviján y Toa -el más caudaloso del país-. Todos son privilegiados por sus aguas clarísimas y puras, libres de contaminación.
Las playas son otros de los recursos naturales bien conservados de la zona. Algunas presentan pendientes fuertes y sedimentos gruesos oscuros, de origen predominantemente fluvial, aunque hay otras de arenas blancas y finas, y pendientes suaves. Las principales son Yumurí, Barigua, Manglito, Cajuajo, Miel, Duaba, Toa, Maguana, Cayo Santo, Mapurisí, Nibujón y El Cayo.
Los investigadores cubanos y foráneos coinciden en que el territorio constituye sitio importantísimo para las ciencias naturales por su alto endemismo en flora y fauna. Existen tres especies de palmas endémicas, de las cuatro existentes en el país: palma criolla azul (Roystonea violácea); palma clara (R. stellata); y palma seda (R. Lenis).
En cuanto a la fauna existen dos de las especies de vertebrados cubanos más amenazados: el almiquí (Solenodon Cubanus) y el gavilán caguarero (Chondrohierax Wilsoni).
La polímita picta es otra joya de la región por la belleza de su concha. Los malacólogos la consideran el molusco terrestre más hermoso del mundo. Según estudiosos de la genética “… las especies del género polimita presentan uno de los casos de polimorfismo cromático más notables de cuantas han podido estudiarse en el mundo de los animales”.
Baracoa, indudablemente, es un edén, por su naturaleza portentosa y sus magias identitarias.