¿Asuntos pendientes o conflictos trillados?

Rebeca está contra la espada y la pared. Le ponen en las manos la dirección de una empresa, el sueño de una joven graduada de ingeniería que dejó a un lado para dedicarse a su familia. Su esposo codicia el famoso puesto. Rebeca tiene que elegir entre asumir este reto o la estabilidad de su relación que sabe que, a larga, puede afectarse por su decisión. ¿Acaso es una mala madre por pensar en su desarrollo profesional? No, por supuesto que no, pero, en un ambiente machista, ese siempre es el primer cuestionamiento.

“Asuntos pendientes”, la telenovela cubana de turno bajo la dirección general de Felo Ruíz y la codirección de Tamara Castellanos, ya está en pantalla. Una propuesta que se esperaba con ansias por la teleaudiencia cubana.

La trama se centra en la historia de tres mujeres que, desde diferentes puestos de trabajo, se enfrentan en un ambiente hostil y machista en entornos dominados por hombres. Vemos a una Yía Caamaño que convence en su papel de Rebeca Collado; Belissa Cruz carga con los conflictos internos de Patricia Rodríguez; y a pesar de la poca experiencia de la actriz Flora Borrego, logra defender a una Adriana que representa las ganas de comerse al mundo y de aprender de los recién graduados.

El trabajo de estas tres artistas en los roles principales se complementa con actores consagrados como Teherán Aguilar, Fernando Hechavarría, Bárbaro Marín, Daysi Quintana, Beatriz Viña y Manuel Porto (último trabajo que hizo para la televisión). La mayoría de los actores muestran mesura a la hora de trabajar su personaje, no hay sobreactuaciones evidentes, aunque este aspecto hay que analizarlo más adelante porque, más allá de la calidad histriónica de los artistas, el broche de oro en este apartado lo otorga la dirección de actores.

La telenovela pone en la mesa tópicos que nunca serán reiterativos como la discriminación hacia la mujer, el machismo y la misoginia. Quizás roza con el facilísimo y lugares comunes en los productos melodramáticos de esta índole como infidelidades, el alcoholismo, el robo, la corrupción o la reinserción social y laboral de personas con antecedentes penales. Los antagonistas se basan en la envidia laboral y personal y, seguramente, ese será el motor que los impulse en futuras venganzas.

“Asuntos pendientes” desde el guion y la dramaturgia no bebe de las nuevas maneras de hacer televisión donde los conflictos se entrelazan, hay saltos en el tiempo y esos giros mantienen pendiente al espectador. Esta propuesta se parece más a la típica telenovela de los 2000 donde existe una historia central y el resto de las tramas se relacionan entre sí por algunos de los personajes, sus familias y centros de trabajo.

Al fin y al cabo, son temas del día a día de cualquier cubano, y si bien una parte del público desea ver en pantalla historias de ficción que lo saquen por un rato de sus problemas diarios, otro segmento apoya los guiones donde se puedan ver reflejados. Por suerte o desgracia, el televidente que sigue las novelas del patio es un ferviente crítico y pasa a ser su peor verdugo.

Solo hay que leer los criterios publicados en las redes sociales en grupos donde se debate sobre la telenovela: las opiniones se dividen entre los que creen que es un producto de alta factura y otros que consideran que no trae a la pantalla nada novedoso.

En cuestiones técnicas destaca el exceso de maquillaje en algunos de los personajes, conversaciones forzadas, transiciones bruscas entre una escena y la otra, diálogos que no se llegan a entender completamente, además que no se aprovechan las luces naturales y algunas escenas se ven oscuras o sobrexpuestas. Vale reconocer que se logró que el ambiente laboral en las UEB Hormigón y la Terrazo se acercara a la realidad del sector de la construcción. 

“Los hijos de Pandora” dejó el listón alto para “Asuntos Pendientes”. Aunque no debería ser así, desgraciadamente será una especie de competencia y siempre el público comparará una telenovela con la otra. Eso es otro punto en contra.

La trama y las historias de los personajes están casi vírgenes. En solo cuatro capítulos no se puede adelantar si la historia se mantendrá lineal, con pequeños giros dramáticos o si dará un vuelco al guion que atrape al televidente en su silla. Todavía quedan conflictos por destaparse y personajes que formarán parte de esta travesía. Volveremos a esos asuntos pendientes.

Por Thalía Fuentes Puebla

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