Guantánamo.- ras cuatro días del arte abrazar a la Villa del Guaso, con invitados de lujo, agasajos y espacios teóricos, cerró anoche la vigesimoquinta Fiesta a la Guantanamera que, aunque despide un año complejo y atípico, distinguió por su variada y bien perfilada programación que se paseó desde lo tradicional a lo clásico y hasta lo más alternativo.
Una amplia red de instituciones culturales acogió al abarcador evento, que como cada año exhibió lo mejor del desarrollo artístico del territorio y su multicolor abanico de tradiciones, incluido el más auténtico folclor llegado de las serranías, para celebrar un nuevo aniversario de la capital provincial más al Este de Cuba, a 151 años de recibir su título de Villa.
La celebración se hizo sentir en calles, plazas, parques, teatros y emblemáticos recintos del corazón y la periferia de la urbe fundada en las inmediaciones del río Guaso, y alrededor de 90 fueron las actividades -de todas las manifestaciones culturales-, entre ellas varios recitales de primer nivel como los ofrecidos por los populares trovadores cubanos Tony Ávila y Eduardo Sosa.
Otros atractivos momentos de la cartelera fueron los conciertos de los Jóvenes Clásicos del Son, las puestas del grupo Teatro del Viento, de Camagüey, y las presentaciones del folclórico Cutumba, el cuarteto Vocal Vidas y el Septeto Morenas Son, llegados de Santiago de Cuba, provincia invitada que junto a Guantánamo es en la Isla la más cercana a la identidad caribeña.
En la programación sobresalieron por su novedad, e igual por la calidad y acogida, los estrenos de nuevas obras del Guiñol Guantánamo, la compañía Médula y el realizador Daniel Ross, así como el finísimo espectáculo que a las puertas de la catedral de la urbe promocionó el primer videoclip de la soprano Yoryana de Jesús, una de las voces principales del proyecto lírico local.
Las tradiciones más genuinas del Este cubano fueron esencia y colorido de estas cuatro jornadas “a la Guantanamera”, y llegaron de la mano de conjuntos insignias como los defensores de los ancestrales ritmos Changüí y Nengón, de raíces campesinas, y los portadores de la herencia africana y del Caribe anglófono y franco-haitiano, parte imprescindible de la identidad del territorio.
Junto al cronograma artístico fue igualmente atractivo el académico, que desde el miércoles desplegó cerca de una veintena de coloquios, paneles, espacios especializados (entre ellos uno de crítica literaria), y como plato fuerte el taller sobre identificación, definición e inventario del patrimonio inmaterial de la localidad, rico acervo al que estuvo dedicado este capítulo de la Fiesta.
La cartelera general sumó exposiciones, proyecciones fílmicas, muestras literarias; espectáculos teatrales, humorísticos, danzarios y circenses, recitales de poesía, descargas trovadorescas y rumberas, y la tradicional Peregrinación San Lazarina, que además de al Santo católico protector de los enfermos honró al personal médico que aún enfrenta a la pandemia de COVID-19.
En cada espacio “a la Guantanamera” tuvo el acierto de halagar a figuras y agrupaciones cimeras de la cultura en la región, y fue el caso del veterano maestro de la plástica Ángel Laborde, por su cumpleaños 79, y el también distintivo Coro Masculino que, al fundarse hace medio siglo en la Villa del Guaso, fue el primero profesional cubano, de ese formato, integrado sólo por hombres.
La entrega por tercera ocasión de la Distinción Hermandad, máximo lauro que otorga aquí el sectorial provincial de Cultura a personalidades e instituciones, selló anoche con broche de oro la gala de clausura de la fiesta en el Teatro Guaso, tras la cual se sucedieron conciertos en las Casas del Changüí y el Son, y las plazas Polifuncional y 28 de Septiembre.
