Baracoeso monta redes para captura de la angula Foto: Leonel Escalona Furones

Angulas camino a Baracoa y más

Baracoeso monta redes para captura de la angula Foto: Leonel Escalona Furones
Baracoeso monta redes para captura de la angula Foto: Leonel Escalona Furones

Por: Ariel Soler Costafreda

La luna, en cuarto menguante, marca a Juan y su tropa de pescadores fluviales la hora de la verdad: llegó la angula, el diminuto alevín, que los mantiene en la desembocadura del Duaba -en Baracoa– con las piernas inmersas, caladas por el frío de las aguas, y los brazos comidos por enjambres de mosquitos.

Es bien remunerada, pero muy dura, la faena de capturar por millones (kilogramos) ese “bichito”, cuyo viaje hasta las redes comenzó en el mar de los Sargazos, al noreste de Cuba, área oceánica llamada así por la abundancia de plancton y algas.

Durante el ocaso, Leyandri, Lino y Juan, quienes junto a Luz Maidy, única mujer del grupo, integran este equipo de anguleros, instalaron sus artes de pesca en tres puntos diferentes de la desembocadura, por donde saben “navega” el cardumen de alevines de anguila, en los meses de septiembre a marzo.

“Milicianos” les llaman a los artificios compuestos por “aletones” (redes) que en V se extienden desde la orilla al cauce fluvial, bien ancladas al fondo y formando un embudo, para obligar a las angulas a entrar al “matador”, cilindro de finísima malla donde termina el larguísimo viaje.

La historia del catadromo, nombre que reciben las anguilas por emigrar desde el río a la mar, para desovar, se inicia en primavera, cuando el reloj biológico se lo indica (madurez sexual de cuatro y ocho años en hembras y machos, respectivamente). Salvan durante meses miles kilómetros hasta el mar de los Sargazos, donde a profundidades superiores a los 500 metros se aparean y cada ejemplar deposita nueve millones de huevos, tras lo cual mueren.

Días después, los óvulos eclosionan y nacen los leptocéfalos, organismos más pequeños que la cabeza de un alfiler, los cuales, movidos por las corrientes del Golfo, inician la asombrosa migración de vuelta hasta los cauces desde donde un día partieron sus progenitores. Tras años en el viaje de retorno, y al entrar en contacto con aguas menos salinas se convierten en angulas.

Así, una parte de ellos terminan su marítimo peregrinar en los “Milicianos” de Baracoa, instalados por 21 pescadores en las desembocaduras de los ríos Duaba, Toa, Macaguaní, Miel y Navas, explica Idalmis González Noa, directora de la UEB Baramar.

“Este año, hasta mediado de octubre -refiere-, se capturaron 419 mil 649 kilogramos de angulas, que representan el 80 por ciento del plan, de los cuales fueron comercializados 407,25 a través de Caribex, entidad exportadora de los productos pesqueros de Cuba, y ello reportó ingresos para Baramar por valor de un millón 431 mil 201 CUP”.

En el Centro de Beneficio y empaque de la Angula, en Baracoa
En el Centro de Beneficio y empaque de la Angula, en Baracoa

Como dura, sacrificada y bien remunerada califica Juan (Torres Gómez), la faena del angulero, abocado a noches de insomnios, jejenes y mosquitos… y hasta a ocasionales obras ingenieras, como derribar a mandarria limpia peñascos en la costa por donde las corrientes empujan al “bichito” y se impone abrir espacios al Miliciano, llamado así, porque “siempre está de guardia” -apunta el curtido pescador.

“Este mes hemos entregado unos 23 kilos, a mil pesos el kilo (divididos entre los cuatro), pero pensamos cerrar con 80 o 90 kg y eso aumenta considerablemente la ganancia. La tasa de pago es buena -reconoce: si sobrepasamos los 50 kg el precio sube a mil 200 CUP el kilo, y si llegamos a 100, pues la cuenta es a mil 500. Se acumula para cuando viene “el tiempo muerto”, porque no corre el bicho y nos dedicamos a otras tareas”.

Tras la noche de insomnio, y la matinal selección en medio del río para librar la captura de variedades intrusas como tetíes, camarones y huevas de jaiba, el producto, vivo, se traslada al moderno Centro de beneficio y empaque de la angula.

En la barriada de la Playa, aledaña al establecimiento Baramar, un gran cartel Centro de Beneficio y empaque de la Angula denuncia, tras gran puerta metálica, la discreta existencia de una pequeña instalación, pulcra, encristalada, donde 11 trabajadores liderados por la médico veterinario Yamilé Heredia Acuña recepcionan todos los alevines y los mantienen vivos hasta su exportación.

¿Cómo lo hacen? Heredia, quien funge además como jefa de toda la zona de pesca de la especie, explica que tras el primer beneficio in situ, los animalitos llegan al establecimiento citadino, donde reciben el lavado definitivo y son pesados para almacenarlos vivos en bolsas de nylon con agua que se cambia y oxigena diariamente hasta el momento de la exportación.

Así y refrigeradas a temperaturas de 11 a 14 grados centígrados, los alevines reducen su metabolismo, limpian el tracto digestivo y mantienen su vitalidad, factores exigidos por el cliente en Canadá, a quien se dirigen estas partidas de Baracoa, que en el futuro ampliará las capturas a los estuarios de Mata y Camarones, en su apuesta por abrir La Primada, mucho más, al mercado internacional.

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