Alzamiento del 30 de noviembre: Una página de heroísmo en Guantánamo

Aquel 30 de noviembre Santiago de Cuba se visitó de Patria. Sin embargo,  la Ciudad Héroe no estuvo sola. En Guantánamo también tronaron los aceros para garantizar el desembarco de los 82 valientes que, abordo del Granma, llegarían para retomar las luchas libertarias iniciadas en 1868 por Carlos Manuel de Céspedes.

Un buen número de hombres, integrados a las células del M-26-7, venían preparándose militarmente en el manejo de las armas, con prácticas de tiros y algunos elementos de tácticas, en lugares próximos a la comunidad de la Tinta en Maisí y la finca Montesano de Julio Camacho, donde otros colaboraban como instructores. 

En esa época ya destacaban quienes se convierten luego en líderes de la mueva contienda en la región incluso más allá del triunfo.

Desde el 29 de noviembre comenzó el acuartelamiento en diversas casas conspirativas escogidas al efecto. Los principales jefes de las acciones armadas serían Demetrio Monsetny en Jamaica, Octavio Louit en Guantánamo y Julio Camacho Aguilera en Ermita.

Al mismo tiempo de las acciones armadas los obreros llamaron al paro general. El movimiento huelguístico fue abarcador y llegó a paralizar casi completamente la vida económica guantanamera.

La provincia era un verdadero renacer rebelde y aunque no se lograron todos los objetivos trazados, los resultados de los sucesos del 30 noviembre de 1956 en Guantánamo representaron una verdadera prueba para todo el nuevo movimiento revolucionario, fundamentalmente en acumulación de experiencia de lucha armada en condiciones de clandestinidad.

(Con información de Luis Figueras. Historiador guantanamero.)


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