Alzamiento de La Confianza: la guerra grande y unánime

Guantánamo. “La guerra que prevé y ayuda al Partido Revolucionario Cubano es la guerra de todos, y tiene afuera quien habla; y lo que no sea guerra de todos, y de seguro lleve la voz que ha de llevar, ó no es verdad, ó es la guerra de rincón, fácil de desacreditar y acorralar, que el gobierno español fomenta y procura, para que aborte en ella la guerra grande y unánime”.

A mi juicio, si este pensamiento de José Martí escrito en el periódico Patria el Primero de abril de 1883, le añadiera “Partido Comunista de Cuba” en cambio de “Partido Revolucionario Cubano” y “el gobierno español” lo sustituyera por “el imperio yanqui”, la vigencia de la frase nunca sería más certera.

Transitaron 117 años de aquel 24 de febrero de 1895 cuando paralelamente, en 35 sitios de la isla se produjeron alzamientos por órdenes del propio Martí y Juan Gualberto Gómez.

En Guantánamo los aires insurrectos batieron más enérgicos en La Confianza, Hatibonico y Bayate. En la Finca La Confianza Pedro Agustín Pérez, arengó a los revolucionarios. Había llegado el momento de ser libres e independientes y lanzarse a la guerra.

La discordancia con el colonialismo español era importuna demostrado por los patriotas con disparos de revólveres, machetes y sables en alto y gritos de ¡Viva Cuba Libre!, ¡Independencia o Muerte!

La única salida del afrentoso y arbitrario régimen era volver a la manigua redentora como continuidad del proceso que inició Carlos Manuel de Céspedes en La Demajagua, el 10 de Octubre de 1868.

El pueblo vivía una miserable situación social y económica, que Martí percibió desde el exilio en Estados Unidos, donde insistía en el fortalecimiento de una unidad revolucionaria que permitiera proseguir la lucha.

La creación por él del Partido Revolucionario Cubano el 10 de Abril de 1892, valiosa arma para preparar la guerra necesaria, resultó un paso decisivo en la organización de las fuerzas. Apenas un mes antes, el 14 de marzo, había fundado el Periódico Patria, su Órgano Oficial.

No obstante el fracaso del Plan de La Fernandina, empresa que pretendía aunar a altos Jefes de la revolución en el exilio y desembarcar en la Cuba colonial con provisiones y armamento a fines de 1894, se ordenó el alzamiento en la segunda quincena de febrero del año siguiente.

En el Occidente el levantamiento se malogró temprano, pero en el Oriente Guillermón Moncada, Bartolomé Masó, el guantanamero Pedro Agustín (Periquito) Pérez y otros patriotas acogieron la revolución con beneplácito.

Nombrar al acontecimiento Grito de Baire, se debe a que fue allí donde las huestes españolas reforzaron su armazón guerrerista, pero los alzamientos de La Lombriz, El Caney, San Luís, El Cobre, Loma del Gato, Bayamo, Holguín, Barrancas, Jiguaní, Hatibonico, Bayate y La Confianza se reconocen históricamente como prominentes.

De ahí que los guantanameros sienten honra por haber contribuido decisivamente en la gesta, que si bien no logró dar cumplimiento a todos los detalles, ni alcanzar la extensión señalada por Martí para el inicio de la contienda libertadora, sí demostró la ardiente pujanza de los patriotas por la libertad e independencia del país.

La historia de Cuba recoge miles de acontecimientos importantes para el logro total de la independencia, pero el reinicio de la guerra en 1895, cuando parecía que la desidia y desunión de las huestes era inevitable, que la filosofía del enemigo “divide y vencerás” hacía su efecto, demostró que cuando se materializa la intransigencia y pujanza de las fuerzas revolucionarias unidas, se es invencible.

Hoy a los cubanos, y los guantanameros en particular, les asiste defender por lo que muchos de nuestros antepasados lucharon, y si difícil fue conseguirlo, aún lo es también preservarlo.

La partida física del invicto Comandante en Jefe Fidel Castro y la firma del juramento de los cubanos de cumplir los preceptuado en el Concepto de Revolución que nos legara, señala el nuevo derrotero. La decisión es perfeccionar y consolidar el Socialismo, única garantía para quienes han sabido ganarse siempre su destino.

Cada 24 de febrero se refuerza en las generaciones de guantanameros la decisión de cabalgar a la manigua redentora cuando sea necesario, para continuar defendiendo la Revolución que por las valiosas vidas cobradas y el legado de cientos de hijos dignos de la patria, tanta virtud ha otorgado a este pueblo.

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