Guantánamo.- El equipo de Granma logró la hazaña de derrotar en dos ocasiones consecutivas a Matanzas, como visitadores, y pasó a discutir la final de la 56 serie nacional de béisbol ante los actuales campeones nacionales, los Tigres de Ciego de Ávila.
Los Alazanes granmenses lograron igualar la serie semifinal a tres victorias el sábado, al doblegar a Los Cocodrilos, 9×6, y forzar el séptimo y decisivo desafío, que concluyó con paliza de 12×2, nocaut en siete entradas, a favor de los orientales que destrozaron los pronósticos a favor del equipo que paseó la distancia en la primera y segunda etapas clasificatorias.
Mucho se puede escribir sobre lo sucedido en el estadio Victoria de Girón, de la capital de la Atenas de Cuba, pero dos aspectos resultan llamativos: la disposición y la combatividad de los granmenses y la presión con que se desempeñaron los matanceros, que una vez más quedan en el camino hacia el título.
Los méritos para la tropa del experimentado mentor, Carlos Martí, quien supo inyectar en sus peloteros el espíritu de victoria, tras caer dos veces consecutivas en su terreno y llegar contra la pared ante los matanceros, pero pudieron lograr la hombrada y por méritos propios llegar a su primera final en nuestras series nacionales.
Varios peloteros lograron protagonismo en los dos duelos finales. El sábado el lanzador Noelvis Entenza realizó gran labor monticular, apoyados por el bateo del inicialista Guillermo Avilés, quien conectó de 4-3, de ellos dos jonrones e impulsó 5 de las carreras de su equipo.
Por su parte en el desafío final, el máximo ganador de la 56 Serie, el derecho Lázaro Blanco, demostró una vez más su gran forma deportiva y guio a Granma a la victoria, con la sonada paliza de 12×2, donde sobresale el cuadrangular con bases llenas del novel Yoelkis Céspedes, en el quinto episodio para coronar un racimo de 10 anotaciones.
La otra cara de la moneda fue el desempeño de los favoritos Cocodrilos en su cuartel general. Allí se vio a una selección diezmada, presionada, y los resultados adversos no se hicieron esperar.
A mi modo de ver, el mentor Víctor Mesa no utilizó bien a sus lanzadores, sobre todo en el juego decisivo, pues el abridor, el zurdo Yoanni Yera, no debió ser sustituido temporalmente, cuando solo había permitido una carrera, y se mostró dominante con buena velocidad. A partir de ahí comenzó el desfile de lanzadores y la debacle yumurina.
Tras el desenlace, inesperado por muchos, pero disfrutado por millones de seguidores del béisbol en todo el archipiélago cubano, ahora la escena está lista para la porfía por el título nacional entre los actuales campeones nacionales, Ciego de Ávila y Granma, que batallarán por su primera corona beisbolera.
Licenciada en Español – Literatura. Periodista. Profesora Asistente. Habilitada en guión y realización de programas de TV. Editora del sitio digital de la televisión de la provincia de Guantánamo. Bloguera y activista de las Redes Sociales