Sobre la prohibición de autores negros en Estados Unidos, el intento de silenciar una parte de la historia de ese país y la lucha contrahegemónica se dialogó este jueves en la Casa de las Américas, en el simposio “Prohibir libros negros, silenciar voces negras. El apartheid en Estados Unidos”, que se desarrollará en suelo habanero hasta el próximo 7 de diciembre.
El encuentro, organizado por la Escuela de Periodismo y Comunicación Global de la Universidad Estatal de Morgan y la Casa de las Américas, aborda la creciente prohibición de textos de autores afrodescendientes en bibliotecas, librerías y escuelas del país norteño.
“Dialogar sobre cualquier tema que incluya a nuestra América es un acto emancipador, y nos enorgullece saber que Cuba sigue siendo lugar de encuentro para análisis de este calibre”, sostuvo en la apertura del evento Miriam Nicado García, rectora de la Universidad de La Habana.
También hizo referencia a la importancia estratégica del acceso a la cultura y al papel de Fidel para facilitar el desarrollo intelectual en Cuba y eliminar la discriminación racial. “El Programa Nacional contra el Racismo es una muestra de lo que se ha logrado, aunque aún quedan brechas en materia de equidad en salud, trabajo y otras áreas”, señaló.
En su disertación “La prohibición de libros, una perspectiva cubana”, el presidente de Casa de las Américas, Abel Prieto, agradeció la presencia de los intelectuales estadounidenses en Cuba en estos momentos complejos, cuando discutir sobre exclusión y racismo es fundamental en el mundo.
Se refirió a los vínculos entre los pueblos cubano y estadounidense y recordó que el primer acto público de la Casa de las Américas fue un concierto ofrecido el 4 de julio de 1959, Día de la Independencia del país vecino.
Sobre la realidad cubana, en contraste con Estados Unidos, consideró que se llegó a una madurez en política cultural que ha permitido el consenso de que la cultura cubana es una sola, independientemente del país de residencia de los creadores.
“En la Bienal de La Habana participaron artistas emigrados, también en la Feria del Libro y otros eventos. Hemos aprendido a separar el aporte a la cultura de la posición política”, señaló.
De acuerdo con Zuleica Romay, directora del Programa de Estudios Afroamericanos de la Casa de las Américas, el simposio pretende arrojar una mirada a las políticas llevadas a cabo por la ultraderecha de Estados Unidos, que hace uso de las prerrogativas de los estados en la gestión y administración de los servicios educacionales para eliminar libros de autores afrodescendientes de los diseños curriculares y la enseñanza general y universitaria.
“Los libros de varios escritores que participan en este evento sufren hoy censura. La expectativa de este encuentro es trazar proyectos para el futuro inmediato y trabajar por la libertad de las personas en las lecturas que escogen para nutrir su vida”, señaló.
Michael Cottman, profesor de la Escuela de Periodismo y Comunicación Global de la Universidad Estatal de Morgan y ex reportero de The Washington Post, comentó que para él es un placer participar en espacios como este y compartir la historia de la comunidad afroamericana con el pueblo de la mayor de las Antillas, marcado también por un pasado de esclavitud.
“Según números recientes, hay cerca de 2 000 libros de autores afroamericanos censurados en Estados Unidos, que hablan de la experiencia de la diáspora africana, de su historia y costumbres. Lo he vivido en lo personal con mi libro The Wreck of the Henrietta Marie, que ha sido prohibido. Lamentablemente, los más impactados serán los jóvenes, pues el conocimiento es poder, y los están privando de una parte de la historia”, afirmó.
Sobre este fenómeno, Jackie Jones, decana de la Escuela de Periodismo y Comunicación Global de la Universidad Estatal de Morgan, explicó que las librerías y escuelan devuelven los libros de ciertos autores, bajo la excusa de que no están interesados en los temas que abordan. “Se atenta contra la idea de que debemos saber de dónde vinimos y entender que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa”, afirmó.
La prohibición de libros es un fenómeno creciente. Nikole Hannah-Jones, periodista de The New York Times y profesora de la Universidad Howard, señaló que desde Estados Unidos se suele mirar a países como Cuba como carentes de libertad de expresión, mientras ellos mismos reprimen cada vez más libros e ideas. “Por eso es fundamental que tengamos un diálogo como este en Cuba”.
Ella misma experimentó la censura con su libro The 1619 Project, que habla del legado de la esclavitud en Estados Unidos. “Este proyecto ha sido atacado por el gobierno. Quienes tienen el poder quieren controlar obras como esta, para restringir el modo en que concebimos e imaginamos nuestra sociedad”, aseguró.
“Una vez, mientras veía la televisión en Estados Unidos, escuché mi nombre entre los autores prohibidos en el estado Florida. Así me enteré de que estaba censurado, siendo autor de 104 libros”, contó Molefi Kete Asante, profesor de Africología y Estudios Afroamericanos de la Universidad de Temple.
Kete Asante advirtió que en ocasiones se prohíbe el libro y en ocasiones el autor. En su caso es él, como autor, el censurado. “Temen que las personas lean por sí solas y quieren que nos mantengamos en la periferia, cuando todas las civilizaciones comienzan en el pueblo africano. Al prohibir estos libros, atentan contra la centricidad de África”, explicó.
“Los textos son el vehículo a través del cual se transmite la cultura”, sostuvo Yulexis Almeida, decana de la Facultad de Sociología, Historia y Filosofía de la Universidad de La Habana, en la plenaria “Prohibición de Libros: ¿Hegemonía cultural o supervivencia nacional?”.
Comentó que muchos de los libros escritos por personas negras o afrodescendientes que hablan de sus experiencias están en contraposición con las visiones estereotipadas que impone la hegemonía cultural.
“La escuela se suele mover con los códigos de la cultura dominante. La literatura en consonancia con esas ideas sería la más accesible. Uno de los valores de estos textos es plantear una reevaluación de la historia donde la gente negra es protagonista, desde su cultura. Es una literatura que rompe esquemas y aporta una mirada crítica, por eso los gobernantes ven en ella un riesgo”, sentenció.
Kete Asante recordó que la historia de los Estados Unidos comprende el genocidio de los nativos, la subyugación de las mujeres, el despojo del territorio mexicano y la esclavitud. “Nuestros textos han sido prohibidos porque no tener acceso a ellos es no conocer a quienes están detrás. Los autores son referentes, y desconocerlos aísla a las víctimas de racismo”.
El simposio “Prohibir libros negros, silenciar voces negras. El apartheid en Estados Unidos” aportará nuevas miradas a la lucha contrahegemónica de Cuba y Estados Unidos.
En las siguientes jornadas, propondrá una lectura comparada entre el denominado Renacimiento de Harlem y la emergencia del Movimiento Afrocubano a partir de los años veinte. El objetivo es construir redes beneficiosas, resistentes y continuadoras del legado de los ancestros.
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