Idaliena Díaz Casamayor, delegada por Guantánamo, participa de los debates en la Comisión No. 1, y en un intento por radiografiar su perspectiva del Congreso y sintetizar los desafíos que, como generación, tiene la juventud de hoy, comparte sus valoraciones con este rotativo.
Retos para el debate tenemos muchos, primero la repercusión. Por primera vez estamos dejando escrito lo que queremos para el futuro, lo que queremos para nuestros hijos, patentizando que deseamos un socialismo próspero y sostenible, y además se conceptualiza qué entendemos por ambos términos.
De ahí la importancia que reviste este momento, el cual va marcando el camino hacia el cual vamos los cubanos, y asume que hay otros tipos de propiedad, junto con la fundamental —la propiedad socialista—. Este tema ha generado un poco de incertidumbre porque muchos pueden pensar que significa un retroceso a partir de lo que hemos logrado, pero no es nada de eso, y así lo ha reconocido Raúl. Pienso que se trata de una medida para perfeccionar nuestro sistema social socialista.
Desafíos tenemos muchos: primero que la gente entienda qué es la conceptualización, qué es lo que se está proyectando y se tenga un mensaje claro. Siempre hay interpretaciones cuando se somete a consulta y eso va a generar criterios e incertidumbres, dudas, pero igual será bueno porque le dará la posibilidad al pueblo de aportar a ese modelo.
El otro reto importante es cómo articular un grupo de mecanismos que nos permita seguir en el camino de lograr un socialismo próspero y sostenible.
Eso sería lo principal: cómo hacer real lo que hasta hoy hemos estado proyectando.
En cuanto a la responsabilidad de la juventud de continuar con el legado de la Revolución, creo que sí estamos en condiciones de asumirla, aun cuando no desconocemos ni somos ingenuos respecto a la existencia de un sector dentro de los jóvenes que quizá no tenga arraigados los mismos valores y vea el capitalismo como la idealización de un sueño.
Considero que aún no se tiene la dimensión en Cuba de que muchos jóvenes sí tenemos el compromiso y aunque la generación histórica ha reafirmado que confía en nosotros, hay reservas en las personas.
El trabajo ideológico con la juventud debe hacerse de manera creativa, que no lo vea como un “teque”.
Estoy segura de que podemos contar con una continuidad. Incluso cuando no esté la generación histórica, el proceso social socialista se va a perfeccionar.
El reto está en mantenerlo, en cuidarlo, en no ser ingenuos y —como dice Raúl— en pegar los pies y los oídos a la tierra. No debemos dejar nada a la espontaneidad y, en cambio, tener la capacidad de prever, de anticiparnos, y lograr una participación mucho más activa, real y democrática.
Quien así habla, a sus 27 años, constituye la delegada más joven al Congreso partidista y quizá por esos caprichos de la vida, o mejor, la verticalidad del trabajo que se ha intencionado en pos de la continuidad de la obra revolucionaria, son los ingredientes que hacen posible coincidir a esta muchacha guantanamera en la misma comisión donde aporta su sapiencia el delegado de mayor edad a este cónclave (y con una historia de consagración a nuestro país), José Ramón Fernández, como la prueba fehaciente —tangible— del diálogo generacional. Lo más parecido al pase de antorcha en una carrera de relevos donde le va la vida a una nación.