Abel Santamaría Cuadrado: detrás de su mirada azul, el Elegido

Guantánamo.- La historia de Cuba marca hechos que han cambiado el rumbo de la nación,  un ejemplo de ello el asalto al cuartel Moncada, cuya grandeza trascendió las fronteras patrias e inició una nueva era en Nuestra América. Fueron estas ideas las que llevó a los jóvenes de la Generación del Centenario a exponer sin miedo ese cambio que, a pesar del fracaso militar, se hizo realidad un lustro después.

Entre estos jóvenes estaba Abel Santamaría Cuadrado, hijo de  emigrantes españoles que había nacido en Encrucijada, provincia de Las Villas el 20 de octubre de 1927.  Su infancia y adolescencia,  transcurrieron en el ingenio azucarero Constancia, junto a sus hermanos Haydée, Aída, Ada, y Aldo.

Comenzó a laborar a los nueve años en la tienda del central, donde fue mozo de limpieza, despachador de mercancía y oficinista.  A los trece, conoció al líder azucarero Jesús Menéndez, y este hecho le impulsó por el camino de las ideas socialistas. Posteriormente, viaja a La Habana en busca de mejoría y alquila un apartamento en el Vedado, sitio que se convertiría en centro de reunión de los jóvenes que reclutaba Fidel. Desde allí, se forjaba la naciente Revolución.

Al producirse el golpe de estado de Batista el 10 de marzo de 1952, Abel estuvo entre los primeros en manifestar su repudio y junto a un grupo de jóvenes, entre ellos,  Jesús Montané y Raúl Gómez García, edita el periódico clandestino Son los mismos, que más tarde por sugerencia de Fidel llevó por nombre El Acusador. En este momento él y sus compañeros de lucha se incorporan  al movimiento insurreccional organizado por el entonces abogado Fidel Castro.

Abel Santamaría y Fidel se conocieron durante los actos de recordación del 1ro de mayo de 1952; ahí encontró a quien como él, creía que:  “Una revolución no se hace un día, pero se comienza en un  segundo”.  Fidel,  en cambio, conoció a  quien  seguidamente sería catalogado por él,  “como el más generoso, querido e intrépido de nuestros jóvenes”: A partir de ese momento, entre los dos quedó sellada una extraordinaria y franca amistad.

Por su modestia, confianza  y disciplina, Abel Santamaría Cuadrado es elegido como Segundo Jefe del Movimiento de la Generación del Centenario.  En esta condición, participó actividades de adiestramiento militar, preparación de las células, propaganda, búsqueda de recursos económicos, compra de armamentos y uniformes. Asume además, la preparación del cuartel general del movimiento en la Granjita de Siboney, y del hospedaje de los revolucionarios.

La noche del 25 de julio, Abel y Fidel se reunieron con los asaltantes para exponerles sus misiones en el combate, entonces  Abel diría: Es necesario que todos vayamos con fe en el triunfo; pero si el destino es adverso estamos obligados a ser valientes en la derrota, porque lo que pasó allí se sabrá algún día ( … ) Nuestro ejemplo merece el sacrificio y mitiga el dolor que podamos causarles a nuestros padres y demás seres queridos. ¡Morir por la Patria es vivir! “

Ese día,  Fidel pidió voluntarios abalanzarse contra la posta tres. Para esta misión, Abel fue rechazado pues el joven abogado trataba de proteger la vida del segundo jefe pues en el caso de que cayera en combate, este poseía las condiciones para continuar rigiendo la acción.

Abel Santamaría debía de tomar el hospital civil “Saturnino Lora”, limítrofe al Moncada con 19 combatientes, entre ellos, Haydeé, Melba Hernández y el doctor Mario Muñoz Monroy. Una vez  fracasada la acción armada cayó prisionero junto a varios compañeros, fue brutalmente torturado por los esbirros del ejército batistiano y finalmente asesinado el mismo 26 de julio de 1953.

La muerte de Abel Santamaría fue un duro golpe para el movimiento revolucionario que se gestaba en Cuba.  El no fue solo el alma del movimiento 26 de Julio, sino, además, como diría el Comandante en Jefe Fidel Castro “el más generoso, querido e intrépido de nuestros jóvenes, cuya gloriosa resistencia lo inmortaliza ante la historia de Cuba”.

“Es mejor saber morir para vivir siempre”, dijo Abel a su hermana Haydee antes de ser asesinado. Con esta premisa, siempre que pensamos en la vida, pensamos en Abel, en aquel joven alto y rubio, que usaba espejuelos redondos de armadura de carey. Pensamos en el joven que con su muerte aquel 26 de julio de 1953, pasaría a la historia no solo como el Elegido de Silvio Rodríguez, sino también en el Elegido de la Revolución.

 

 

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