
Y no solo con donaciones, sino también con ayuda técnica, formación o la aportación de personal cualificado, como lo viene haciendo La Habana desde principios de la década de 1970.
Los materiales presentados abarcaron amplios espectros, desde una revisión de las autopsias realizadas para niños prematuros y de bajo peso al nacer en los últimos dos años, hasta patrones de accidentes de tráfico, patologías renales pediátricas más recurrentes y tumores de glándulas salivares, su aumento y compartimiento en la población.
A su vez, se disertó sobre las variantes de anestesia más recomendadas a la hora de aplicar en el paciente etíope, las vías de tratamiento eficaces en determinadas tumores malignos, como el condrosarcoma grado I en el paladar óseo y el cáncer de vejiga.
Mientras las enfermedades transmisibles (VIH, tuberculosis, malaria…) siguen siendo la mayor fuente de preocupación, crece la incidencia de problemas de salud no transmisibles (obesidad, diabetes, hipertensión, adicciones…) en especial en las áreas urbanas.
Pero en un territorio donde más de uno de cada cuatro habitantes no come lo suficiente, las consecuencias derivadas de la desnutrición minan todos los esfuerzos por proteger la salud de los residentes.
El doctor Enrique Solano, jefe de la misión cubana, cree, de todas formas, que la prevención y la educación sanitaria serán clave para superar todos estos retos.
Y es por eso que Etiopía está ante una oportunidad. ‘Más de un tercio de la población está en las aulas. Es preciso trabajar en esos grupos para conseguir efectos a corto y a largo plazo. Controlar los problemas nutricionales o de salud e intervenir, es urgente’, sostiene.
Por ejemplo, vacunando. O haciendo tests del VIH y tratando los casos detectados.
También, indica la especialista en nefrología pediátrica, Clara Álvarez, podrían promocionarse más hábitos saludables.
‘Llegaremos en el mejor momento para educar, entre los cinco y los 10 años. Queremos explicarles los riesgos de prácticas sexuales, del consumo de sustancias, de la violencia… Cuando tienen 50 años ya no nos escuchan, y no es momento de provocar cambios de conductas, sino de dar servicio’, argumenta.
‘Una generación concienciada es una generación sana. Y la salud y la educación son los dos pilares del desarrollo. Necesitamos n cualquier parte del mundo de una juventud que pueda marcar la diferencia y dar un crecimiento económico sostenible. Contribuir a ello es nuestro sueño como profesionales de la salud’, concluyó Solano.

Licenciada en Español – Literatura. Periodista. Profesora Asistente. Habilitada en guión y realización de programas de TV. Editora del sitio digital de la televisión de la provincia de Guantánamo. Bloguera y activista de las Redes Sociales