26 de julio, asalto por los sueños y esperanza: Victoria de las ideas

Guantánamo.- A la distancia de 65 años, aquel 26 de julio de 1953 sigue demostrando su valía. Un grupo de jóvenes, liderados por Fidel Castro Ruz, en muestra fehaciente de valentía y dignidad asaltaron a la segunda fortaleza militar del país, el Cuartel Moncada, ocupada por unos mil hombres al servicio de la sangrienta dictadura de Fulgencio Batista, que sucumbía al pueblo cubano en un feroz inventario de necesidades, calamidades y problemas económicos y sociales.

Por solo mencionar algunos ejemplos, para ese entonces el 85% de los pequeños agricultores estaban pagando rentas y vivían bajo la perenne amenaza del desalojo de sus parcelas y cerca  de trescientas mil caballerías de tierras productivas estaban  en manos de la oligarquía burguesa.

La nación mostraba índices de subdesarrollo y dependencia industrial, siendo productora de materias primas baratas para el extranjero; la vivienda y la electricidad eran asuntos que afectaban a la gran mayoría de la población, según las estadísticas develadas luego, existían doscientos mil bohíos y chozas y cuatrocientas mil familias vivían hacinadas en barracones, cuarterías y solares sin las más elementales condiciones de higiene y salud.

Escasísimas escuelas y un millón de analfabetos y otro millón de semianalfabetos era el saldo en la enseñanza educacional del momento. Apenas había médicos, y los pocos se concentraban en la capital del país; la mortalidad infantil superaba los 60 niños fallecidos por cada mil nacidos vivos, abundaba la insalubridad y la esperanza de vida no rebasa los 55 años de edad. El empleo era totalmente insuficiente, con una población de cinco millones y medio de habitantes para esa época, tenía más desocupados que Francia e Italia con una población de más de cuarenta millones de habitantes cada una.

La crisis en todas las esferas de la vida económica, social y la política del país, agravadas por el golpe de estado perpetrado por el tirano el 10 de marzo de 1952, que sumergió en sangre y represiones a la más mínima muestra de intolerancia de la oposición, conducía inexorablemente a la lucha armada, como única vía posible para  salir de esos males.

Los sueños y esperanzas de los sectores más humildes de la población parecían estar truncados por siempre, pero, frente a los círculos gobernantes de los Estados Unidos que mantenían el dominio neocolonial en Cuba, y sin la participación de los tradicionales partidos burgueses nativos a su servicio; las acciones del Moncada tendrían como objetivo inmediato, una vez ocupado, armar a las masas e iniciar la gran rebelión del pueblo cubano contra la dictadura. Convocar a la huelga general de todo el pueblo y de no llegarse a paralizar el país se iniciaría la guerra de guerrillas en las montañas. En verdad, y según palabras de nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, se reinició la marcha heroica emprendida en 1868 por Céspedes y proseguida más adelante por aquel excepcional hombre cuyo centenario se conmemoraba precisamente aquel año, el autor intelectual del Moncada: José Martí”.

Una pequeña y resuelta vanguardia revolucionaria se lanzó al asalto, y aunque falló el factor sorpresa por un accidente ocurrido, dejándose alcanzar los propósitos previstos de manera contigua, abría una etapa de lucha que no se detendría hasta el derrocamiento de la tiranía pro imperialista, el primero de enero de1959. La historia ha demostrado con creces que aquel 26 de julio de 1953 se convirtió en victoria de las ideas revolucionarias, que alentaron la expedición del Granma y la lucha guerrillera en las montañas, para lograr definitivamente el triunfo seis años después.

La historia etapas hechos capaces de cambiar el rumbo de una nación entera, y ese fue el caso del asalto al cuartel Moncada, cuya grandeza trascendió las fronteras patrias e inició una nueva era en Nuestra América; ejemplo para los movimientos progresistas de entonces y de la actualidad.

El programa del Moncada proyectado por Fidel, todavía en marcha a mi juicio, ha superado en todos los frentes, las expectativas posibles para aquellos días victoriosos del 26 de julio. No voy a ser muy extensa pero expondré algunos pocos índices de desarrollo humano y social, alcanzados. Indicadores como desigualdad y seguridad ciudadana registra los mejores avances en la región, según el último Informe Regional de Desarrollo Humano para América Latina y el Caribe, la Salud y la Educación son gratuitas y para todos, además de constituir modelo para muchos países del mundo; y por último, en las nociones de progreso y buen vivir que defiende nuestro Estado y proyecto social, no solo se basa en lo material, sino también en la solidaridad, la reciprocidad y la construcción de responsabilidad común.

El mismo pueblo que Fidel definiera en el programa del Moncada, donde “se agrupan a todas las fuerzas sociales para hacer la revolución”, a la distancia de 65 años reafirma sus sueños y esperanzas; esta vez, con aires renovados, gracias a la impronta del legado de la heroica Generación del Centenario.

 

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