Un adiós a las armas

«La apuesta de hoy es por la paz», coincidieron en destacar a la prensa cubana numerosos colombianos en el transcurso de estas jornadas de emoción que embarga sus calles y poblados. Y es que este se ha convertido en uno de los momentos más trascendentales vividos por nuestra región en los últimos años.

En un abrazo de paz para Colombia devino la liturgia iniciada poco después del mediodía de este lunes en la iglesia San Pedro Claver, ubicada en el centro histórico de Cartagena. «Bienvenidos a esta oración que elevamos, confiados a Dios, por Colombia», dijo monseñor Jorge Enrique Jiménez Carvajal, arzobispo de Cartagena.

Allí estuvo también el General de Ejército Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, para acompañar y compartir, junto a otros mandatarios, representantes de organismos internacionales, cancilleres e invitados, al pueblo colombiano en este momento de amor y esperanza.

Oficiada por el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, la ceremonia religiosa de casi una hora de duración se erigió en una oración por Colombia, por la concordia del pueblo colombiano, por la Pa­tria toda, con el ánimo de unir a las diferentes religiones en una oración por la reconciliación y la unión del país.

El cardenal Parolin trajo a Colombia las palabras de apoyo del Santo Padre, quien ha seguido con gran atención los esfuerzos de estos últimos años en favor de la paz. «Luz para el camino y las decisiones que los colombianos deben tomar», pidió en su oración.

Mientras, el Presidente Juan Manuel San­tos pedía a Dios sabiduría para hacer de Co­lombia «una sola familia, en la que ninguno se sienta solo ni excluido».

Y como signo de paz y reconciliación, los presentes se saludaron entonces, sin importar credos o nacionalidades, para dar por concluida así la emotiva ceremonia.

Ya avanzada la tarde, hicieron su entrada en la Explanada de San Francisco, ubicada en el Centro de Convenciones de esta ciudad, los mandatarios aquí presentes, todos conducidos a sus lugares tomados de la mano de niños, por cuyo futuro se ha firmado este acuerdo.

Junto a ellos entró el mandatario cubano para ocupar su lugar en la presidencia de la ceremonia, que marca el inicio de un nuevo proceso que requiere del aporte y la voluntad de todos los colombianos.

Más de dos mil quinientos invitados agitan sus manos o pañuelos blancos, la plaza es toda luz no solo por los colores que en ella emergen, sino también por los rostros de emoción y felicidad que la colman… porque buscar un futuro sin violencia ha sido el propósito acariciado por tantos años.

El Acuerdo Final descansa en la mesa, a su lado el «balígrafo» con que será firmado, un bolígrafo hecho con proyectiles de fusil, símbolo de la transición de las balas a la educación, al futuro.

Primero, y en nombre de las Fuerzas Ar­madas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP), fue la rúbrica de Ro­drigo Londoño, alias Timoleón Jiménez o Co­mandante Timochenko. En el centro de prensa, se escucharon entonces los primeros bravos de una larga lista de expresiones de apoyo que acompañaron toda la jornada.

También habló el Presidente Juan Manuel Santos, quien en un sencillo y bonito gesto ofreció a Londoño el broche en forma de paloma que traía en su camisa, símbolo de una paz que por tanto tiempo han añorado.

El fuerte apretón de manos selló el acuerdo; un acuerdo ya escrito, pero al cual corresponde ahora dar vida en este país.

Tenemos la convicción de que, con la unión de todos los colombianos, la paz puede ser duradera, expresó Ban Ki-moon, Secre­tario General de las Naciones Unidas, al tiempo que aseguró todo el apoyo necesario en el largo camino que aún queda por delante.

Al baluarte en que se han constituido Cuba y Noruega como garantes de este proceso agradeció más adelante; también a Venezuela y Chile como países acompañantes. «Gracias a estos acuerdos pueden mirar el futuro con mucho optimismo», dijo a los colombianos.

«Al pueblo bondadoso y bendito, que nun­ca abandonó la esperanza de poder vivir en paz», estuvieron dedicadas las primeras palabras del Comandante en Jefe del Estado Mayor de las FARC.

Toca al pueblo colombiano convertirse aho­ra en el principal garante de todo lo pactado, dijo. Poner punto final a la larga lucha de enfrentamientos continuos era una deuda pendiente con los niños de este país y que ahora comienza a saldarse.

En sus palabras tampoco faltó el «agradecimiento a Cuba, al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, al General de Ejército Raúl Castro Ruz y al pueblo cubano en general»; igualmente, al Reino de Noruega y a su pueblo.

Reconocimiento especial a Hugo Chávez y al Presidente Nicolás Maduro, continuador de su obra, al igual que a Chile, por el papel de­sempeñado.

«En nombre de las FARC-EP ofrezco sinceramente perdón a las víctimas del conflicto por todo el dolor que hayamos podido ocasionar en esta guerra», fue el colofón de sus pa­labras.

También a las víctimas, «quienes han sido el centro y la razón de ser de la solución de este conflicto», fue el primer saludo del Presidente colombiano. Asimismo, agradeció a los mandatarios que llegaron a esta ciudad a acompañarlos.

Una ciudad que a partir de ahora será recordada no solo por su belleza natural y arquitectónica, sino también «como la ciudad donde se firmó el acuerdo más importante de Co­lombia, la ciudad de la paz».

«Prefiero un acuerdo imperfecto que salve vidas, a una guerra perfecta que siga sumiendo en el dolor a nuestras familias», por eso, a partir de hoy, hay una guerra menos en el  mundo.

En la Plaza, la gente ríe, aplaude, llora, se abraza, en medio de un ocaso maravilloso que cerraba suavemente la tarde. Conmovedores sin dudas los momentos vividos este septiembre en Cartagena, con los cuales se abren de una vez y por todas las puertas a la paz, se silencian los fusiles y se acaba la guerra.

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