Tomas Romay: “ la Medicina es la ciencia más útil a la humanidad”

Guantánamo.- En el campo de la salud pública Cuba es meritoria de poseer dignos exponentes, uno de ellos es el Doctor Tomás Romay Chacón, figura destacada del siglo XIX, quien falleciera el 30 de marzo del año 1849. Este precursor del movimiento científico en el país, desde que figuró entre los fundadores e hizo grandes aportes a la salud y en especial introdujo la vacunación en Cuba, para hacer valer el apotegma de “la Medicina es la ciencia más útil a la humanidad”.

Precursor del movimiento científico en el país, Tomás Romay  figuró entre los fundadores y redactores principales del Papel Periódico de La Habana en octubre de 1790, hasta el final de sus días. Fue miembro distinguido de la Sociedad Económica de Amigos del País y se convirtió junto al economista Francisco de Arango y Parreño y al filósofo José Agustín Caballero en una de las principales figuras del movimiento progresista impulsado por la gran burguesía criolla de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX.

La lucha contra la fiebre amarilla que asolaba periódicamente la Isla aumentó a inicios del siglo XIX cuando sobrevino una espantosa epidemia de viruela que se extendió por toda Cuba. Entonces este médico cubano tuvo el honor de haber introducido y difundido la vacuna antivariólica en Cuba el 12 de febrero de 1804, después de ser descubierta por el científico inglés Edward Jenner.

En un histórico y noble gesto de valor y fe en sus conocimientos, Tomás Romay vacunó a sus dos pequeños hijos y luego en una demostración pública les inoculó el pus de un paciente con viruela, para demostrar que una persona vacunada no contraería la enfermedad aun cuando se le introdujera el virus activo de un individuo atacado por ese flagelo. Tal escena solo puede ser demostración de plena confianza en sus conocimientos.

Durante más de tres décadas y consciente de su responsabilidad social como médico y científico, este eminente científico aplicó la vacuna antivariólica en todo el país y con ello, inmunizó a decenas de miles de personas. Pero el mayor mérito de su trabajo radica en ser -de manera adelantada para la época que le tocó vivir- el precursor de combatir con éxito la contagiosa enfermedad.  

Esta es la razón por la cual se le considera el primer higienista e iniciador de la ciencia médica en Cuba, mérito que se le imputa debido a las importantes innovaciones realizadas en la docencia médica al introducir nuevos métodos basados en la observación y la práctica.  Fue además, un eterno promotor de la modernización de la Medicina clínica y logró restablecer la enseñanza de la Anatomía.

Humanista, sabio médico y gran higienista, Tomás Romay, abrió el camino al desarrollo de las Ciencias Naturales modernas y modeló un sistema de salud pública basado en la lucha contra las enfermedades infecciosas.  El también  científico, epidemiólogo, agricultor, político y antes que todo,  cubano,  legó a la medicina  en la isla, significativos aportes para su desarrollo.

Actualmente el Programa Cubano de Inmunización ha tenido extraordinario impacto para el bienestar y felicidad de la población. Mediante esta estrategia se han eliminado la poliomielitis, el sarampión, la rubeola y las formas graves de tuberculosis, entre otras dolencias, y se ha contribuido a que Cuba exhiba unas de las tasas de mortalidad infantil más bajas del mundo.

El pensamiento de Tomas Romay alcanza uno de los más avanzados de su periodo por lo progresista de sus ideas y la modificación que sufrió el sistema de salud cubano, convirtiéndolo en paradigma de la salud en la actualidad, que ha perpetuado con su quehacer diario la laboriosidad y el amor a la profesión que tributa ante todo a solucionar los problemas de las masas.

Tomás  Romay, al decir del doctor José Nicolás Gutiérrez, otro de los grandes de la medicina de la mayor de las Antillas en el siglo XIX,  “ figura entre los hijos de este suelo que han servido con gloria a las ciencias, ilustrando al país y honrando a la humanidad”.

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