Novela que se va, novelas que vienen

Novela que se va, novelas que vienenAl fin Rastros de mentiras entra en la recta final para despedirse; al fin habrá novela cubana. Esas son las novedades televisuales que nos depara la temporada estival, a más de una nueva producción brasileña que alternará, como es habitual, con la entrega doméstica en el horario estelar de Cubavisión.

De Amor a la vida, título original de Rastros de mentiras, no hay mucho que decir. Los villanos serán castigados como merecen y los buenos —si hay buenos— vivirán felices. Aunque no todo es en blanco y negro. El actor Mateus Solano se las arregla para que la insólita transfiguración redentora de Félix —una de las chapucerías más tremendas que pueda imaginarse: de malo requetemalo, justificado mediante rocambolescas referencias seudofreudianas, a buenísima persona— parezca medianamente convincente gracias a sus muy calibrados recursos histriónicos.

El Félix de Solano se traga a toda la galería de personajes con sus gestos e ingeniosas salidas. En una entrevista confesó que le fue muy difícil «hacer creíble a Félix y lograr una relación con el público que solo había experimentado en el teatro».

Demasiados clichés y volteretas argumentales sacadas debajo de la manga se advierten en una telenovela entretenida si se deja de pensar, e intrigante si se echan a un lado las obviedades. Los puntos que se anotan con la bienvenida lucha contra los prejuicios que genera la orientación sexual los pierde en la apología de la medicina privada como negocio en el hospital San Magno, pese a que Paloma, una desleída Paola Oliveira, haga servicio social como mera opción individual.

El 11 de julio llegará Lado a lado. De la factoría Rede Globo, galardonada con el Premio Emmy Internacional 2013 —concedido en Estados Unidos por la Academia de las Ciencias y las Artes de la Televisión, versión para la pequeña pantalla de la entidad que concede los Oscar en el cine—, debe sumar 105 capítulos, si se trata de la edición que circuló fuera de Brasil. En el país sudamericano se estrenó en septiembre del 2012 y terminó en marzo del 2013, con cinco emisiones por semana hasta cumplir con la proyección de los 155 capítulos originales.

Dos mujeres estarán en el centro de la trama: Isabel, sirviente de una dama francesa, y Laura, hija de uno de los llamados barones del café. Periodo histórico: el Brasil de los primeros compases del siglo pasado. Habrá amores, desencuentros previsibles, reconciliaciones: villanos movidos por miserias humanas; dos visiones clasistas diferentes y un denominador común: el derecho de la mujer a ser ella misma en un medio conservador, excluyente y racista.

Los autores del argumento, Joao Ximenes Braga y Claudia Lage, declararon haber hallado inspiración, para el caso de Laura, en la educadora, poeta y feminista Nisia Floresta (1810–1885), quien abogó por los derechos de las mujeres y los esclavos, y la escritora Julia Lopes de Almeida (1862–1934), pionera en el cuestionamiento del machismo. Para Isabel tomaron rasgos de la célebre vedette norteamericana Josephine Baker y de la independencia artística de la gran compositora Chiquinha Gonzaga (1847-1935), sobre la cual existe una miniserie transmitida hace algún tiempo en Cuba.

Un experimentado director, Dennis Carvalho, se hizo cargo de la puesta en pantalla, labor compartida con Vinicius Coimbra. A Carvalho se le recuerda aquí, de más a menos, por Malú mujer, Vale todo, Insensato corazón y Paraíso tropical. En su método de trabajo privilegia el trabajo actoral. Ha dicho: «Puedes tener el mejor guion, la mejor música, la mejor escenografía, pero si no cuentas con un actor o actriz que involucre al público con su personaje, fracasas».

En Lado a lado confió nuevamente en Camila Pitanga y fichó a Marjorie Estiano —la inefable Cora de Imperio— para los papeles protagónicos, secundados por Lázaro Ramos, uno de los mejores actores brasileños de esta época, y Thiago Barroso. Por cierto, este último es el Nico de Rastros de mentiras.

Antes, el 10 de julio, irrumpirá En tiempos de amar, con la que se espera en Cubavisión dejar atrás la sequía de novelas nacionales. Cuatro guionistas, Eurídice Charadán, José Víctor Herrera Valle, Serguei Svoboda Verdaguer y Alberto Luberta Martínez escribieron una obra que la TV cubana puso en manos de Ernesto Fiallo.

Detrás de sí, la experiencia de haber dirigido la segunda parte de Bajo el mismo sol y la recordada La otra esquina.

Los riesgos son evidentes. Una telenovela cerrada, que no da margen a correcciones sobre la marcha —todavía la cadena productiva del género en nuestro país es inconsistente y precaria; alguna vez se anunció su salida en marzo—; y una historia que nos remite a la actualidad insular, tan dinámica. De la medida en que los espectadores sepan que una telenovela no es un ensayo sociológico sobre la realidad cubana y los realizadores asuman que la ficción no copia la realidad, depende el éxito de En tiempos de amar.

Como valores anticipados deben mencionarse la colaboración del laureado cineasta Fernando Pérez en la presentación y la banda sonora de Raúl Paz, quien le ha cogido el gusto a esa aplicación.

En el elenco llama la atención el protagonismo de Maikel Amelia Reyes, cuya potencialidad debe superar la estereotipada imagen de la investigadora de Tras la huella. La acompañan Yia Caamaño, Carlos Solar, José Alejandro, Enrique Bueno, Julio César Ramírez, Alejandro Palomino y Zelma Morales, apena unos nombres en un elenco nutrido.

En entrevista concedida a la colega Paquita Armas, Fiallo situó sus expectativas: «Aspiro a que pronto pueda tener vida en cada hogar y que la historia que cuente, sea la historia de nuestra familia o de alguna que conocemos, que nos identifiquemos con algún personaje o situación, que podamos entender que necesitamos vivir En tiempos de amar».

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