Norge, entre caléndula y manzanilla

Guantánamo.- La Clarita es una co­munidad yaterana atravesada por la carretera que conduce desde la ciudad de Guan­tánamo hasta el poblado de Palenque. El paso del me­ri­diano 75 por ese sitio le proporciona temperatura fresca durante casi todo el año, idónea para el desarrollo de cultivos agrícolas imposibles de fructificar en predios castigados por el calor.

 

En ese altiplano, favorecido por un microclima, desarrolla su vida Norge Raúl Leyva Her­nández, el único campesino guantanamero dedicado a la producción de caléndula y manzanilla, especies medicinales de las cuales se aprovechan sus flores para la elaboración de fitofármacos de reconocido uso popular.

“En el 2013, después de haber concluido como cuadro de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños en el municipio de Yateras, solicité a la Agricultura una finca en usufructo por la Ley 300. La condición para la entrega fue que debía dedicarla a la producción de plantas medicinales, a partir de la necesidad de la provincia de cosechar las mencionadas especies, las cuales sí se podían lograr aquí prácticamente durante todo el año”, relata Norge.

Argumenta este socio de la cooperativa Luvencio Claro Ramírez que cuando recibió la tierra tenía experiencia como agricultor, pero que jamás pasó por su mente sembrar plantas medicinales, tema del cual no conocía nada.

“Como no debía quedar mal ante la tarea encomendada, de inmediato comencé a estudiar las características de las citadas plantas y otras como el jengibre y la menta japonesa, las cuales también cosecho. El resultado no se hizo esperar y en apenas un año el Grupo Nacional de Agricultura Urbana y Suburbana me entregó la condición de Finca de Refe­rencia Nacional”.

Para el presente año Leyva Hernández te­nía planificado entregar 1,8 toneladas de flores frescas de caléndula y concluyó el primer se­mestre excediendo esa cantidad en 0,2 toneladas, cumplimiento extendido también a la man­zanilla, al jengibre y la menta, ren­glones todos comercializados con la Gran­ja Estatal de Plantas Medicinales, entidad que lo asesora técnicamente y le suministra semilla.

“Debo confesar que el trabajo es duro, so­bre todo el de la cosecha de la manzanilla por lo diminuto de sus flores, la fuerza de trabajo que demanda y su recolección en posición de cuclillas. No obstante, me siento satisfecho con los resultados, tanto productivos como económicos. A modo de ejemplo te cuento que la tonelada de flores frescas de caléndula me la pagan a 15 000 pesos. Al igual sucede con la manzanilla.

Expresa que en el caso de la primera especie normalmente admite entre ocho y diez cosechas en su ciclo vegetativo de alrededor de 105 días, aunque en su finca La Laguna él ha logrado 27 recogidas (hasta dos veces por semana), por su favorable comportamiento en esta zona montañosa y las atenciones culturales, entre las que resalta la limpia; además de la fertilización con materia orgánica y la construcción de barreras vivas para la protección del suelo y los cultivos.

Recurre a su libro de consulta y nos dice que las flores de caléndula tienen propiedades antinflamatorias, antisépticas, antiulcerosas, cicatrizantes, depurativas y se emplean también como uso tópico contra la conjuntivitis.

Mientras que las de manzanilla tienen propiedades digestivas, sedantes, antinflamatorias, antisépticas, emenagogas, disminuyen el colesterol y según estudios recientes también son anticancerígenas. Diserta que es noviembre el mes óptimo para la siembra de ambas plantas y que pasados unos 30 días aparecen las primeras flores.

Maritza Fidalgo Limeres, directora técnica comercial en la Empresa de Farmacias y Ópticas en Guantánamo, asegura que su entidad emplea la caléndula en la elaboración de extracto fluido y como jarabe, mientras de la manzanilla obtiene tintura y crema.

Significativo, entonces, el aporte de Norge Raúl a la salud del pueblo, como también a la formación vocacional de las nuevas generaciones, mediante el círculo de interés de plantas medicinales que acoge en su finca y que integran educandos de la escuela primaria Américo César Delís, de La Clarita.

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