La leyenda de San Joaquín del Guaso

Guantánamo.- Para el año 1847 eran muy pocos los habitantes en Santa Catalina del Saltadero, por eso la vida cultural apenas se hacía sentir, pues solo existía la Sociedad Filarmónica. Ya en enero de 1860 se creó el ayuntamiento, se evidenció un notable crecimiento urbanístico y con él, empezaron a gestarse numerosas actividades festivas organizadas por el gobierno local, el cual estaba constituido por la máxima dirección de la alcaldía municipal y los efectivos de la iglesia católica.

De ahí surgieron las fiestas carnavalescas, presididas también por la máxima estructura gubernamental de la Villa; quienes exigían a los colonos y comerciantes garantizar las indumentarias para la mejor lucidez de la actividad. Todas ellas, dedicadas a conmemorar efemérides de Santos Patronales.

En el periodo republicano, el gobierno local decidió ubicar la celebración del Carnaval el 16 de agosto como el día de San Joaquín y nombró a este: “Santo Patronal del Carnaval guantanamero.”

Las festividades carnavalescas guantanameras tuvieron el honor de contar con un colofón de estructuras folklóricas y musicales que le dieron preponderancia y le aseguraron trascender en el tiempo.

En estas fiestas se ofertaban cervezas embotelladas, rones, licores y exquisitos platos típicos. El San Juan concluía su festividad después de las doce de la noche, momento en que muchas personas se trasladaban hasta el río Guaso u otros ríos aledaños a la ciudad para recibir la bendición del Bautista. Allí cantaban, hacían rezos e invocaban a sus deidades.

Algunos afirman que cuando Guantánamo se declaró Villa y su población creció, apareció la comparsa Carabalí, conformada por negros y mulatos pertenecientes a Guantánamo la Tumba Francesa, en cuyas vestimentas predominaba el rojo. Sus toques se mantienen hasta nuestros días.

Años más tarde surgió la comparsa  “La Arrolladora”, patrocinada por proxenetas, jugadores, politiqueros, prostitutas y otros elementos vinculados a la llamada “Zona de Tolerancia”, sin embargo, de ese grupo nacieron grandes directores de paseos.

A inicios de la década del 30 surgió El Algarrobo, integrado por mulatos y negros jóvenes provenientes de familias humildes, defensores de las causas antirracistas y progresistas, de ahí que su emblema era una mano negra y otra blanca, simbolizando la mezcla racial. Se dice que sus primeros aportes a los carnavales fueron en la aparición de la comparsa “María Moñito”.

Los mamarrachos, otra de las agrupaciones de este tipo, arrollaban disfrazados de personajes como la Muerte en Cuero, el Doctor Chiringa, el Capero, los diablitos, Muñecones el caballito, entre otros. Todos ellos fueron populares en nuestras fiestas y perduraron por mucho tiempo en la tradición carnavalesca.

En realidad no se precisa la fecha en que comenzó la costumbre de seleccionar un cartel y una melodía específicos que representaran esa festividad, pero lo cierto es que las calles, centros comerciales y quioscos se engalanan con los anuncios, llenos de colorido y que aportan nuevos elementos identitarios a la mayor fiesta popular guantanamera.

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